Si quieres la miel, debes aguantar las picaduras de las abejas. Es la frase preferida de Abderrahman Ait Kamouch, cuya historia vital le ha convertirdo, sin quererlo él, en estrella mediática. Si, porque sus peripecias desde que era un niño, pasando por cómo perdió su brazo al caer en un pozo en su pueblo natal en Marruecos, hasta su llegada en patera a España o su lucha para salir adelante dan para una buena película. Su currículo es espectacular.

En febrero bromeaba con él acerca de que le iba a dejar atrás si saliéramos a correr. Él se reía, aún iba con muletas, recuperándose de una operación. Llegó muy justo a la maratón de Río y aún ha ganado una medalla de plata que sabe a oro.

Le he visto siempre muy solo, con escasas ayudas para ser un atleta de primer nivel y un ejemplo de cultura del esfuerzo. Al Jazeera desplazó hace 15 días a Castellón a cuatro personas para hacer un reportaje sobre su figura. Una de las televisiones con más audiencia del mundo. Su vida es un orgullo para todos, y espero que pronto pueda contar con los patrocinadores que su carrera merece. Su historia y su personalidad se ganaron mi corazón, harto de ciertos falsos divos del fútbol. Se defiende en la vida mejor sin un brazo que muchos de nosotros con dos. De él he aprendido mucho. Para mí, Ait es el deporte. H