Vaya por delante que el empate ante el Acero ha llegado en un partido malo, con muchas tarjetas, y en el que el Castellón no ha jugado bien, sobre todo en el primer tiempo. Sin embargo, por encima de las pocas ocasiones el problema albinegro ha llegado al entrar en la guerra, la pelea y el contacto que quería el Acero.

En un partido muy flojo al final se nos han escapado dos puntos y duele, duele mucho. O sino que se lo digan al propio Castellón. Sabíamos lo que era ganar al final y ahora hemos tenido que probar lo que es encajar un gol de penalti sin tiempo para reaccionar.

Y eso que pese a que el partido se estaba enturbiando, gracias a Marenyà y Charly hemos tenido salida de balón tanto por dentro como por fuera. Ah, y por cierto, con Tariq paciencia que cumplirá. H