Navarro cerró ayer su etapa en la selección después de 16 años de éxitos. Aquel chico que ya deslumbró por su descaro cuando debutó en 1997 en la ACB, en un encuentro en el Palau, con solo 17 años, de la mano de Joan Montes, anotando 10 puntos en 11 minutos contra el Granada, tiene ahora 37, y una carrera descomunal a sus espaldas, con una decena de medallas de primer nivel. El capitán de la selección y del Barça dijo adiós a lo grande, colgándose un bronce en Estambul junto a algunos de sus amigos, como Pau y Marc Gasol, como Ricky Rubio, como Sergio Rodríguez, con los que ha construido un legado que perdurará. «Me voy orgulloso de acabar mi carrera en la selección con esta medalla y demostrando que somos un equipo ganador», dijo Navarro, centro de atención por la carga emocional, más allá de la aportación en el partido contra Rusia (2 puntos, 4 rebotes, 2 asistencias en 17 minutos).

«Quien a día de hoy no entiende la grandeza de Navarro, no puede entender la grandeza de este equipo», remarcó el seleccionador Scariolo. «Navarro es una leyenda viva que nos ha inspirado, nos ha apoyado, nos ha hecho ganar y es el pegamento de este grupo. Espero que este efecto, ahora que él se va, pueda repartirse. Hay jugadores con carácter y personalidad pero le voy a echar mucho de menos», añadió el técnico, con una valoración que también compartió Marc Gasol: «Le he dicho que lo queremos y ya está. Lo echaremos de menos».

Pau y la caducidad

Pau Gasol se abrazó emocionado a su amigo, pero no olvidó a otros, en el adiós del capitán. «No queríamos que se fuera sin bronce», aclaró el pívot de los Spurs. «Queríamos ganar por él, pero también por Llull, por los que no han podido estar por uno u otro motivo. Por los que llevamos muchos años dándolo todo. Creo que había miles de razones para ganar esa medalla», dijo y siguió sin mojarse acerca de su futuro: «Todo tiene fecha de caducidad, veremos cuál es la mía. Pero me encuentro bien, creo que he hecho otro buen campeonato».