Situada a los pies del Cristo Redentor, la espectacular Lagoa Rodrigo de Freitas de Río se ha convertido en un talismán para el equipo español de piragüismo. Sobre sus aguas llenas de vida -no es raro ver a las capibaras comiendo en su orilla-, los españoles han logrado dos medallas de oro en dos finales de infarto.

Tras el inesperado éxito del jovencísimo Marcus Cooper Walz, oro en la categoría K1 1.000 metros, el turno llegó ayer para la pareja del K2 200 metros, Saúl Craviotto y Cristian Toro. Con un esprint antológico, que les otorgó un tiempo de 32.075, los españoles lograron alcanzar el escalón más alto del podio y llevarse la ansiada medalla de oro, la quinta para España en Río 2016.

Aunque las finales de los medallistas dorados fueron muy similares, con llegadas ajustadísimas, en el caso de Saúl y Cristian todo hacía pensar en la gloria.

INVENCIBLES // Frescos como una rosa, el de Lleida y el venezolano-gallego, nacido en La Asunción pero criado en Lugo, formaban el día de la final una pareja invencible. “Cada vez que me junto con un gallego se crea una combinación explosiva”, bromeó Saúl, quien ya conocía el sabor de las medallas después de conseguir la plata en Londres en la categoría del K1 200 metros y oro en Pekín en K2 500 metros junto al también gallego, Carlos Pérez Rial.

La salida de los palistas fue ligeramente más lenta que la de las otras siete embarcaciones, su potencia en el ecuador de la prueba acabó por otorgarles una velocidad punta en los últimos 50 metros que devastó a sus rivales. “Somos un barco pesado y se nota en la salida. Además, hoy teníamos viento en contra. Una vez pasamos la barrera de los 70 metros el ritmo y la explosividad de ambos es bestial”, apuntó emocionado el entrenador, Miguel García.

“Llévabamos meses soñando con la carrera y la estrategia de imponer el ritmo fuerte al final de la carrera nos ha salido perfecta. Fue duro mantener el ritmo pero el sueño se hizo realidad y salió cuando tenía que salir”, explicó Saúl. Por su parte, Cristian, quien con su 1,88 y 86 kilos de puro músculo hacía honor a su apellido, Toro, reconoció que acababa de cumplir su sueño olímpico junto a su ídolo deportivo. “Para mí el hecho de estar en los Juegos ya era cumplir un sueño, pero además quería pelear al lado de Saúl, que siempre ha sido mi ídolo”, admitió haciendo sonrojar a su compañero.

ORGULLO // Momentos antes, el orgullo mutuo, el del novato que se estrena y el del veterano que repite, iluminaba los ojos de los campeones durante la ceremonia de entrega de las medallas. En las gradas del estadio olímpico, la madre de Cristian, Elisa, se abrazaba, entre lágrimas y gritos de “¡Yo soy la madre que lo ha parido!”, a la novia del campeón, la popular periodista Irene Junquera. “Todos los años de esfuerzo han valido la pena. Sabía que algún día iba a ganar. Mi hijo siempre fue un campeón”, alcanzó a decir la madre más feliz del mundo en ese preciso instante. La final fue de tanta emoción que ninguna de las dos, la nuera y la suegra, pudieron concentrarse.

“No hemos visto nada, estábamos demasiado nerviosas y gritando. La sensación ha sido como tirarse en paracaídas pero sin saber si acabaría salvándonos en el último segundo”, resumió la presentadora sobre el exconcursante del programa de Telecinco Mujeres y Hombres y Viceversa. H