El albinegrismo llora la pérdida de uno de sus mayores símbolos, elevado a la categoría de leyenda. El utillero Eliseo Ramos falleció ayer, a los 78 años, tras una larga enfermedad.

Su última aparición pública con el CD Castellón fue con motivo del homenaje que el club le dedicó en marzo en Castalia, ese hogar en el que pasó media vida y que tantas veces ha coreado su nombre. El 2 de octubre, el presidente Vicente Montesinos le hizo entrega del abono número 13.000 en su domicilio. Poco después, ingresaba en un centro hospitalario, donde su inmenso corazón dejaba de latir tras una vida entera dedicada al club de sus amores.

De cuna

Eliseo Ramos nació en Borriol el 31 de octubre de 1941 y, desde bien joven, sintió pasión por el Castellón. Tanto es así, que comenzó su particular vinculación con la entidad como controlador de accesos al estadio, en el viejo Castalia.

Desde la temporada 1968/1969, el ya legendario utillero vivió en primera persona los mejores éxitos del Castellón, como la final de la Copa de 1973 o los ascensos a Primera de 1972, 1981 y 1989, aunque también momentos muy duros como los interminables años en Segunda B y, sobre todo, en Tercera, con el club en serio peligro. Pasaban jugadores, entrenadores, dirigentes... y ahí seguía él, convertido en mito al no abandonar nunca la nave, incluso cuando no tenía medios para desempeñar su labor. En total, han sido 50 años los que ha estado vinculado al Castellón, convirtiéndose en una de las personas más queridas y uno de los personajes venerados por la afición.

Los restos mortales de Eliseo fueron trasladados ayer por la tarde al Tanatorio La Magdalena de Castelló. Esta tarde (17.00 horas), la Concatedral de Santa María de la capital de la Plana acogerá las exequias fúnebres por el alma de un hombre bueno.

La plantilla del Castellón guardó un minuto de silencio en el entrenamiento de ayer en Castalia, cuyas banderas ondean a media asta en señal de un respeto que todos los tributan, en especial los que han tenido la suerte de tratarle en el vestuario donde se ganó el cariñoso apelativo de abuelo por su carácter.

Se ha ido Eliseo Ramos, toda un símbolo, un pequeño trocito del escudo del Castellón, un mito. Descansa en paz.