Aunque tiene dos hermanas como Sevilla, Manu es granadino de nacimiento, aunque su acento delata que su madre es extremeña y su padre catalán. Un campeonato de tres por tres en el cole y la canasta que su padre le tenía preparada en casa fueron determinantes. “Aunque practicaba muchos deportes, probé el básquet y me enganché”, admite.

Canterano de pata negra del desaparecido CB Granada, pasó allí por todas las categorías hasta formar parte del equipo en ACB, donde compaginaba a las mil maravillas el deporte de la canasta con los estudios de Biología y con el delicioso tiramisú de la “mamá”, recuerda entre risas. “Salí del Granada debido a la desaparición del club. Fue una pena porque seguían contando conmigo”, admite.

LESIÓN // Orgulloso de su carrera, solo se lamenta de una maldita lesión de tobillo que le impidió ir al campeonato de Europa cadete con la selección española en la ciudad griega de Creta. Pero la vida da muchas vueltas y aunque le queda mucha carrera deportiva, cuando cuelgue las botas de baloncesto se pondrá las de biólogo, ya que se considera más un biólogo de bota que no de bata, porque le gustan mucho las plantas, los animales y el trabajo de campo. Como introvertido que es, le costó salir de casa y adaptarse a la forzosa independencia (“mis padres siempre han sido mi gran apoyo en todo”, confiesa) que provocó su difícil año en Guadalajara, pero con una copa en el currículum.

La vida es tan caprichosa que quién le iba a decir a él que, siete años después de haber compartido equipo junior con un base menorquín, compartiría otra vez con él equipo en Castellón, con copa y ascenso incluidos. Y es que Manu Rodríguez y Joan Faner ya hacían de las suyas en la cantera granadina. Reconoce que apostó por Castellón por su proyecto y por la playa, y no se arrepiente, porque ha encontrado un club familiar y cercano y un grupo de jugadores que además son “amics”. “Al año de fichar ya me di cuenta que había acertado al elegir Castellón y tres temporadas después no me arrepiento de nada”, dice.

En su tiempo libre, entre serie y serie americana, da lecciones de videojuegos a los Chema, Cabot y compañía. Y es que Manu ha descubierto a sus 24 años que es un Messi en versión cibernética. A la pregunta de “con la N, chica con la que una persona comparte vida sentimental”, el alero andaluz …. ¡pasa palabra! Aunque seguro que el verde que tanto le gusta le llena de esperanza para encontrar su media naranja. De lo que no pasa Manu es de hablar de libros de Kent Follet, de películas de Guy Ritchie y del tesoro que es su querida Granada. Tierra que envió a Castellón a una gran persona, un gran jugador y tirador, a la Alhambra del Amics. H