Andrés Fernández, guardameta del Villarreal CF, abandona el lado oscuro para pasarse al lado luminoso del fútbol con la fuerza que le da tener en su poder el alta médica, 218 días después —algo más de siete meses— de tener que hacer un parón obligado en su trayectoria por una gravísima lesión de rodilla.

El murciano, que cumplió los 31 años en pleno proceso de recuperación, dice adiós a «muchos meses de trabajo oscuro en el gimnasio», en los que su familia, prácticamente, han el cuerpo médico y los recuperadores. Desde ahora, Andrés es uno más para Calleja, aunque consciente de que esta temporada será complicado tener los primeros minutos tras la lesión.

«No me gusta ponerme expectativas; solo quiero coger el ritmo y que el míster luego decida lo que tenga que decidir», apunta sobre sus objetivos a corto plazo y el inicio de una competencia por la titularidad con Asenjo, que ya hizo el mismo camino que Andrés hasta en cuatro ocasiones.

El portero recuperó hace algunas semanas las sensaciones de entrenar con sus compañeros, aunque sin permiso competitivo. En el proceso, Andrés reconoce que le han tenido que «frenar» y que ha habido momentos duros en los que se le pasó por la cabeza claudicar, «pero aún así seguí entrenando». «Siempre he intentado volver a casa con buena cara», añade.

Andrés no ha estado solo en estos largos siete meses de travesía por la oscuridad de la lesión. La «experiencia» de Asenjo ha sido una «gran ayuda» para superar las pequeñas crisis, además de la profesionalidad de «unos servicios médicos que han trabajado muy bien en la recuperación».

«El alta supone un objetivo cumplido no solo para mí; para todos», señala el murciano que deja solo en la enfermería al capitán, sin fecha de reaparición tras someterse el pasado verano a la extirpación de osteofito en la tuberosidad anterior tibial de la pierna izquierda, una dolencia que ha resultado tan complicada en su nomenclatura como en su recuperación.

EL ÚLTIMO 'CONVALECIENTE' // Bruno sé queda como último paciente de la temporada, pero ni mucho menos solo. «Bruno está muy bien acompañado, en este vestuario todos somos solidarios con un compañero que lo necesita. Entre todos vamos a ayudarle, a animarle y a hablar con él para que intente estar lo mejor posible cuanto antes», apunta el portero sobre el centrocampista.

De momento Andrés ya no tendrá que ver los toros desde la barrera y sí en plena arena, como uno más. «Es lo que peor se lleva», dice de las semanas de hasta triples sesiones sin apenas «coincidir» con el equipo. Ahí, en segunda fila, ha tenido que soport

ar la peor racha esta temporada, el pasado febrero, «una mala dinámica que se cogió y que veías que no se acababa». Hasta hace dos semanas en Las Palmas, cuando, como ahora Andrés, el Villarreal recuperó la fiabilidad.Andrés está de vuelta, con esa sonrisa que siempre ha lucido, incluso en los peores momentos. «¿Siempre? Habría que preguntar a los readaptadores, a ver qué dicen». Seguramente que Andrés, como Asenjo, volverá a ser el de antes de la lesión... O mejor.