En su intento de mantener su posición preponderante en el concierto internacional, el Real Madrid se ha visto forzado a cambiar de táctica en el voraz mercado, sin más opciones que una ofensiva a la contra y con pocas probabilidades de éxito.

Salvo casos excepcionales, en los que un contrato a punto de expirar y un deseo manifiesto de firmar llevan a una estrella mundial al Madrid (como Courtois), el club de Florentino Pérez ya no está en disposición económica de acceder a jugadores consagrados. La alternativa ha sido virar el objetivo hacia el talento precoz y bisoño, sin testar; adelantar el movimiento para ahorrar costes, aunque el precio se paga en riesgo y el fracaso, en derrotas. El resultado ha sido una clase medio devaluada y un grupo de adolescentes ilusionados, henchidos con la satisfacción del objetivo conseguido por llegar al Madrid y luego frustrados sobre el campo, impotentes ante la empresa.

EL RECUERDO DE JAMES // El último gran desembolso data del verano del 2014, cuando compró a James Rodríguez después del Mundial de Brasil por 75 millones de euros, cifra por encima del mercado del momento. Entonces el Madrid todavía era el rico, pero los problemas en la medular con Illarramendi (por quien había pagado 32 millones el verano anterior, el mismo en el que desembolsó más de 100 por Bale), le obligaron a fichar a Lucas Silva, primero de una lista que pone en evidencia la fiabilidad en su nueva política. El brasileño, que llegó con 21 años, salió cedido el año siguiente... y no volvió.

Desde entonces, los jóvenes prometedores (siempre por debajo de los 23) que no han acabado de cumplir las expectativas monopolizan los fichajes. En verano del 2015 llegaron, por 5 y 3,5 millones, Asensio y Vallejo; también de Odegaard, entonces menor de edad, a préstamo de nuevo.

Las inversiones más fuertes, por encima de los 30 millones pero lejos de los precios más caros del mercado, fueron Danilo y Kovacic, que este verano, sin minutos, salió cedido al Chelsea.

En las dos siguientes temporadas, el exiguo bagaje de fichajes del Madrid ha mermado el nivel medio de la plantilla. La recuperación de Morata (30 millones) y otras dos apuestas de futuro, Ceballos y Theo, es todo lo nuevo que pudo disfrutar el aficionado blanco. El primero tiene cada vez menos protagonismo y el segundo cumple una cesión en la Real.

Con la necesidad de una renovación estructural llamando a la puerta y con la salida del referente goleador del equipo, el Madrid incorporó en verano, además de a Courtois y Mariano, al portero Lunin (cedido en el Leganés), al lateral Odriozola y al adolescente Vinicius, con 18 recién cumplidos y convertido en referente con un poco de entusiasmo. El último en llegar ha sido Brahim Díaz, con las mismas dudas que el resto. Para la próxima temporada se espera a Rodrygo, otro brasileño de 17 años en el que el Real Madrid ha invertido 45 millones.