Jorge Sampaoli entró en Nucha, una cafetería del barrio de Caballito y una de las más chics de Buenos Aires. Lo hizo con sigilo, quizá temeroso de que le llovieran los insultos o reproches. Bebió su café y quizá probó las deliciosas tortas de la casa, sin temor al derroche: los casi dos millones de dólares que desembolsó la Federación Argentina de Fútbol (AFA) para echarlo le permitirán darse ese tipo de gustos, aunque nunca más el de volver a la selección que abandonó de manera vergonzante.

Ahora, los controvertidos dirigentes de la federación han salido a la caza de un sustituto. No es tan sencillo, entre otras razones porque el fútbol argentino, es un caos. Los responsables no ofrecen ninguna garantía y, además, no puede salir del duelo de Rusia 2018 tan fácilmente.

Daniel Angelici, el presidente de Boca Juniors y álter ego en el fútbol del presidente de derechas Mauricio Macri, se inclinaba por ir a la repesca de Alejandro Sabella, el entrenador que llegó a la final de Brasil 2014 y que se había tomado varios años sabáticos por problemas de salud. Pachorra, a quien se tachaba de aburrido reaparece a los ojos de un sector de la federación como el nuevo y viejo salvador. Lo quieren al menos en el puesto de mánager. Si se diera ese caso y Sabella da el sí, Marcelo Gallardo, actual técnico de River Plate, suena como firme candidato a ocupar el lugar dejado en pena por Sampaoli.

Como el presente duele y el futuro es más que incierto, todo pasado es mejor que nada. Y por eso también se piensa en José Pékerman. Bajo su gestión al frente de los juveniles salieron jugadores espléndidos (Pablo Aimar, Juan Román Riquelme, Esteban Cambiaso). Como entrenador de los mayores pescó a Leo Messi antes de que pudiera vestir la casaca de España y perdió por penaltis ante Alemania en el Mundial del 2006 con momentos de brillo colectivo. Pékerman se fue de Argentina con algunas heridas y la federación tendría que hacer muchos esfuerzos para traerlo de nuevo.

Otro nombre que suena es el de Matías Almeyda, que ha destacado en México, y hasta alguna mente afiebrada ha sugerido la opción de Pep Guardiola.

Ataques a Messi

Mientras se busca un entrenador, el peso se hunde y la economía se va al abismo, la principal ocupación de un sector influyente del periodismo es crucificar a diario a Messi: él tiene casi toda la culpa del fracaso argentino.

«Es malvado y tóxico», lo definió el presentador televisivo Alejandro Fantino. Martín Liberman, de la Fox, lo comparó con los militares que se sublevaron contra la democracia, en 1986 y 1988. Horacio Pagani, que antes lo ponía por encima de Cristiano Ronaldo, pide que el futuro entrenador se olvide de Messi. El exitismo es una fábrica de bilis, intolerancia y frivolidad.