Es el momento cumbre de toda ceremonia inaugural de unos Juegos Olímpicos y normalmente uno de los secretos mejor guardados. A la espera de saber si será Pelé, Gustavo Kuerten u otra celebridad del deporte brasileño quien abra con el fuego sagrado los Juegos de Río, repasamos los últimos encendidos de los pebeteros olímpicos.

BARCELONA 1992

"Los mejores juegos de la historia", como los definiría Juan Antonio Samaranch 15 días después, empezaron poniendo la piel de gallina a todo el mundo. Juan Antonio San Epifanio fue el último portador de la antorcha, pero no el último relevista. Epi pasó el fuego a la flecha del arquero Antonio Rebollo, cuyo vuelo hacia el pebetero hizo contener la respiración a millones de telespectadores. Un momento mágico e irrepetible.

ATLANTA 1996

Tambien emocionante, por emotivo, fue el encendido del pebetero en Atlanta. La decisión de que el último relevista fuera Muhammad Ali, aquejado ya de Parkinson, fue un acierto total en tanto que acto de reconciliación definitiva entre el rebelde boxeador y su país. De hecho, le fue regalada una réplica de la medalla de oro conseguida en los Juegos de Roma de 1960 y que la leyenda decía que había lanzado al río Ohio tras sufrir un episodio de racismo.

SÍDNEY 2000

En el 2000 se cumplían 100 años de la primera participación de las mujeres en los Juegos y por eso las últimas relevistas en el estadio fueron excampeonas y exmedallistas australianas. La última de ellas, la atleta aborigen Cathy Freeman, se convirtió en la primera nativa encender la llama olímpica. Lo hizo colocándose en el centro de una piscina y encendiendo un pebetero circular que emergió de las aguas, rodeándola, y empezó a subir por la grada del estadio... hasta que se paró por un problema técnico. Después de cuatro angustiosos minutos, el sistema volvió a ponerse en marcha y los fuegos artificiales fueron disparados como si nada hubiese ocurrido.

ATENAS 2004

El pebetero llevó firma española. Santiago Calatrava ideó un artilugio con forma de obelisco que se 'agachó' para recoger el fuego, de la mano del regatista Nikólaos Kaklamanakis, que había ganado un oro en Atlanta. Una vez encendido, volvió a ponerse en posición vertical para presidir los 15 días de Juegos.

PEKÍN 2008

China eligió a una leyenda, el gimnasta Li Ning, para encender el pebetero. Y en unos Juegos mastodónticos como los de Pekín el último portador merecía hacer algo igualmente superlativo, así que una vez tuvo el fuego en su antorcha, voló. Suspendido por unos hilos, el ganador de seis medallas en Los Ángeles 84, ascendió hasta lo más alto del estadio y empezó a correr por un lienzo gigante con apariencia de pergamino. Desde allí prendió la llama del pebetero, cuya forma espiral creó un bonito efecto.

LONDRES 2012

David Beckham llevó el fuego al estadio y se lo pasó al mítico remero Steve Redgrave, pero la última vuelta la dieron siete jóvenes deportistas británicos elegidos por otros tantos olímpicos famosos. Encendieron una especie de pétalos de cobre (204) distribuidos en el suelo y que poco a poco se elevaron concéntricamente para formar el pebetero.