Astou Ndour había dejado en el desván de su memoria algunos recuerdos de su llegada a España. La pívot hispano-senegalesa aterrizó en Las Palmas de Gran Canaria en el 2008, cuando tenía 14 años, medía 1,95 y apenas pesaba 58 kilos. "Parecía tan frágil que a uno se le partía el alma", decía su primer técnico en España, Domingo Díaz, en la carta abierta que junto a su esposa, la también entrenadora Begoña Santana, escribieron el año pasado cuando aquella niña que acogieron en su hogar fue elegida MVP del Eurobásket 2019, en el que guió a España al oro. En los primeros partidos en suelo canario los aficionados rivales decían cosas que Astou no entendía y que había olvidado en un rincón oculto de su mente. Hasta que ahora, con la explosión del movimento antirracista Black Lives Matter tras el asesinato de George Floyd, tuvo la revelación de lo ocurrido. "La gente me decía que si tenía pintura en mi piel o me llamaban mono. Pero como no sabía que era y no le daba importancia. Pero ahora, reflexionando sobre lo que está pasando en el mundo, me di cuenta", revela.

Con 25 años, lo verbalizó por primera vez una década después en una videoconferencia con su nuevo equipo, Dallas Wings, tercera franquicia de la WNBA tras su paso por San Antonio Stars y Chicago Sky. "Nunca había hablado de esto hasta el otro dia con mi equipo de Dallas. Ahora viendo las imágenes de las manifestaciones me di cuenta. Cuando me llamaban 'mono' en los partidos o me insultaban diciendo 'negra de mierda'", relata desde Dakar, desde donde ha seguido las protestas sociales que se han dado en EEUU y en todo el mundo tras el caso de George Floyd. "No me puedo quitar el vídeo de George Floyd de mi cabeza. Tiene que haber cambios y tiene que ser ya. No puede pasar esto en el 2020".

KIKO HUESCA (EFE)

Ndour, que ha vivido en Senegal, España, Turquía, Italia, Rusia o EEUU, sigue en su país natal mientras está a la espera de poder volar a EEUU para prepararse para el inicio de la WNBA. En los aeropuertos ya está acostumbrada a que le toquen controles aleatorios. "Me suele pasar en los aeropuertos, pero no digo nada". Ha pasado los últimos meses en Dakar, donde ha reconvertido la instalaciones de su fundación Astou Ndour Sports-Études como banco de alimentos para intentar mitigar las consecuencias sociales del coronavirus. La fundación pretende ayudar a los niños y niñas de 5 a 14 años a través de la educación y el deporte, "las armas más poderosas para cambiar el mundo". "Si lo hacemos bien y unimos estas dos cosas, podemos derrotar con ellas el racismo. Los niños no nacen racistas. Creo que es la educación desde pequeños (...). Los racistas son personas ignorantes, no saben, primero somos humanos".

ANDREJ ISAKOVIC (AFP)

Pese a que respeta que haya jugadores de la NBA que sean partidarios de no reanudar la competición hasta que no se tomen "decisiones trascendentes" a nivel institucional contra el racismo, Ndour cree que desde las pistas se puede contribuir a este cambio de conciencia. "Somos referentes para mucha gente. Jugando podemos hacer todo tipo de gestos que sirvan a este cambio". Además del oro continental del año pasado, con la selección española femenina Ndour ha logrado una plata olímpica, un bronce mundial y otro europeo. Aunque recuerda que los éxitos deportivos de la selección ya venían lejos, reconoce que la presencia de jugadoras negras como ella o Sancho Lyttle en las medallas de las últimos años puede contribuir también en el ámbito de la concienciación. "Nosotras vamos en un grupo que siempre ha tenido resultados. Si lo usamos nuestra voz para luchar contra el racismo se podría hacer, porque hay bastante gente que puede ser como Astou Ndour, que sea negra o de otro color. Siempre aparte del deporte, hay que estar unidos como hermanos, en comunión dentro de la pista, dando buena imagen. Cuando estás a un alto nivel no sabes la gente que te ve, tienes que dar buena imagen para las niñas".

Es partidaria de no dejar volver a entrar en las pistas a los que provoque incidentes racistas y confía que las redes sociales, además de para poder cambiar conciencias, sirvan para detectar y castigar este tipo de actitudes tanto dentro como fuera de los estadios. "Antes no pasaba nada porque no se grababa. Ahora en 30 segundos todo el mundo lo ve. Así cuando vuelvan a hacerlo les pase factura". "Desde que nací he visto el racismo y no se cómo es posible que siga en el 2020", se pregunta. Su deseo sería que las benjaminas de su fundación cuando lleguen a la edad adulta se encuentren un mundo en el que la pandemia del racismo haya sido erradicada. "Soy optimista. Ojalá que sea así, se pueda cambiar y puedan decir 'antes había pasado esto'. En el mundo nunca sabes lo que pasará y estamos en las manos de Dios", dice con una sonrisa.