Tras una goleada y dos desalentadores empates a cero para iniciar el curso, el Atlético ganó en Vigo con un gol de Suárez al inicio, y nada más hasta otro en el descuento, ante un Celta impotente ante la concesión de dominio que le regaló un Simeone satisfecho con el mínimo esfuerzo ofensivo.

El día que el técnico argentino estrenó la flamante pareja Costa-Suárez, nada cambió en el juego displicente de un Atlético, con la ambición ofensiva ahogada en una circulación pesada y cansina que solo adecentaba, de cuando en cuando, algún pase de Koke. Pero Luis Suárez, haciendo gala de su fama, no desaprovechó la primera oportunidad para celebrar y el Atlético volvió a ganar antes de la vuelta de la Champions.

Diego Costa se entendió bien con Suárez, hizo buenos desmarques y mostró un buen nivel, pero el experimento tendrá que esperar para repetirse porque el de Lagarto se tuvo que ir lesionado, de nuevo con problemas musculares, tras una gran carrera en la que asistió al uruguayo en la mejor ocasión que tuvo y no convirtió.

Iniciativa de Manu Sánchez

Para acompañar el doble nueve, Simeone dispuso en un equipo bastante alternativo antes de visitar el miércoles al Bayern en Alemania. El debut de Torreira fue tan correcto como intrascendente en el partido, por delante de una defensa sin los brasileños Lodi y Felipe, con Lemar en la banda y João Félix en el banquillo, después del palo vestido de halago que le dedicó Simeone en la previa.

El gol inicial llegó gracias a la iniciativa del canterano Manu Sánchez, que generó el espacio para una buena asociación por su banda que inició Koke y que terminó, tras el centro del propio lateral izquierdo, en un remate dentro del área de los que Luis Suárez, aunque remató algo mordido y la tocó el portero, no perdona.

Como en las peores tardes

Con el gol a favor, el Atlético casi desdeñó atacar. Como en sus peores tardes, más recurrentes de lo deseado por la afición, no apareció durante muchos minutos por el área rival. Enfrente, el Celta está lejos de ser un equipo que aprovecha sin miramientos las concesiones del rival, tampoco la posesión, pero tiene un generador de peligro que se llama Iago Aspas. El equipo de Óscar consiguió rematar al palo con el canterano Carreira y Santi Mina tuvo un mano a mano con todo a favor, que no supo resolver ante un gran Oblak, en unos minutos de superioridad en los que mereció el empate antes del descanso.

La entrada de João Félix al inicio del segundo tiempo no cambió la disposición rácana y conservadora del Atlético. Le entregó el dominio territorial a un Celta que se cansó de remar para no conseguir casi nada, más allá del peligro en los balones parados, lo más cerca que estuvo del empate.

Los contragolpes rojiblancos se convirtieron en el único recurso de un Atlético sin dominio del juego, que sufrió lo justo ante los gallegos y consiguió el segundo gol ya en el descuento, tras un violento disparo de João Félix al larguero, gracias al oportunismo de Carrasco.