El Atlético se enfrentó al Levante con una autoridad y una ambición como no se recordaba en un inicio de partido, entre la espesura habitual de su ataque y los planteamientos rácanos de Simeone. Brindó la primera parte más entretenida de la temporada, pero el día que más buscó el gol fue el que más le costó encontrarlo. Al final llegó, con un penalti muy discutible, pero reafirmó la apuesta por el fútbol que hizo el técnico rojiblanco.

Con Griezmann cada vez más fino, el Atlético encontró un filón en la verticalidad y ganas de Vitolo, titular por delante del inoperante Lemar, que generó ventaja con conducciones en velocidad y pases filtrados, trufada con una intensidad, una presión y una intención ofensiva de todo el equipo que suele reservar para después de los descansos.

Así llegó un gol de Koke antes de los diez minutos, que el Metropolitano celebró y el VAR anuló por una falta de Rodrigo en el nacimiento de la jugada. El Atlético ya merecía ir por delante, y lo mereció con más motivo, pero no lo conseguiría hasta la segunda parte. El 1-0 llegó con un penalti muy cuestionable, por una mano involuntaria de Vukcevic que cortó un centro de Thomas. Griezmann hizo un lanzamiento imparable para poner justicia en el marcador. Paco López buscó la reacción granota con los cambios y disfrutó de alguna llegada para hacer el empate, pero el Atlético tiene un portero excelso. Entre cánticos a Oblak y una ovación a Vitolo acabó el duelo.