Tras un empate sin presencia en las áreas en la primera parte, la reacción del segundo tiempo a la que acostumbra el Atlético no llegó, el Betis mantuvo el partido bajo mínimos y, encomendado a un sublime Sergio Canales, encontró una victoria que le mete de lleno en Europa y que aleja a los rojiblancos del liderato.

Los partidos entre Simeone y Setién no son un festival de ocasiones, más bien una introspectiva pelea de fichas sobre una pizarra que cada uno libra en su vestuario y en la que las áreas no son las zonas más frecuentadas. Pero siempre ganaba Simeone.

En ese choque de fuerzas, como la pelea entre dos dibujos animados intercambiando rayos de luz, el Atlético intentaba ganar metro a metro con la intensidad de su presión y el Betis amasaba y amasaba posesión en busca de saltar una línea rojiblanca.

MORATA TITULAR

Simeone, que esperaba un delantero como agua de mayo, no esperó más para colocar a Morata en el once titular, en busca de castigar el empate del Barça ante el Valencia, pero el equipo perdió la vehemencia inicial y el juego ofensivo de las últimas victorias.

Morata, destinatario de todas las miradas rojiblancas, de las ilusionadas y de las escépticas, quedó diluido entre la ingente acumulación de jugadores que asfixiaba los espacios.

Con el beticismo sumergido en su ensoñación copera, Setién guardó algunas bazas en el banquillo, aunque con la inspiración de Canales fue suficiente.

Antes de que la batalla táctica estuviera dispuesta, mientras la presión del Atlético o la elaboración del Betis luchaban por imponerse, Oblak salvó el gol del Betis en el primer minuto con un vuelo antológico ante el cabezazo de Feddal. El Atlético tiene un seguro de vida a todo riesgo en la portería, uno de los más solventes, fiables y consistentes del mundo, que casi solventa, incluso, el penalti que al final adelantó al Betis.

PENALTI DE FILIPE

Cada ventaja, ya fuera espacial o numérica, era una quimera en un partido cerrado, obtuso, espeso e indigesto. Y así llegó el gol del Betis, con un penalti de Filipe Luis tan evidente como desafortunado, con el brazo extendido tras la cabeza de Giménez, que no impactó con el balón.

Lo transformó Canales, el mejor bético sobre el Villamarín, el toque de calidad y verticalidad que daba sentido a toda la elaboración del equipo de Setién.

Con el marcador en contra, Griezmann se echó al equipo a la espalda y el Atlético se volcó con todo en busca de un empate que no llegó. El francés estrelló un brillante lanzamiento en el palo, pero las ocasiones atléticas no llegaron de forma clara y se marchó con una derrota de Sevilla.