Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que el Villarreal B parecía un equipo atascado y al que le pasó una factura demasiado cara, primero, el ascenso de su jefe en el banquillo al primer equipo y, después, la lesión de su futbolista más talentoso, Leo Suárez, que decía adiós a la temporada a finales de octubre tras romperse el ligamento cruzado de la rodilla derecha en el derbi de filiales ante el Mestalla. Un poco antes llegó la única derrota del ejercicio ante el Mallorca, ya con Miguel Álvarez a los mandos de la nave.

A partir de ahí, al Villarreal B se le olvidó ganar… incluso marcar. Una serie de seis empates consecutivos, cinco de ellos sin goles, amenazaba con convertir en una quimera el objetivo de lograr el ascenso directo a Segunda A y no tener que pasar por el purgatorio de la fase de ascenso. En esa fase de la temporada el Mallorca, líder del grupo III de la categoría de bronce, se fue a 13 puntos de diferencia.

Un ‘máster’ de la categoría

Pero la reacción del filial groguet ha sido espectacular. Cuatro victorias seguidas y otros tantos empates consecutivos de los baleares vuelven a comprimir la pelea por el liderato. El experimentado Miguel Álvarez —59 años y con un máster en una categoría en la que ha dirigido a casi una decena de equipos de norte a sus de la península— ha conseguido hacer encajar todas las piezas del puzzle de talento, calidad y hambre de triunfar de una joven plantilla que bajó el pasado verano un poco más su media de edad con salidas como la del veterano Carlos Martínez, referente del Villarreal B en las últimas campañas. La recuperación de Mario González, el despegue de Morlanes o la aportación de Imanol han compensado en esta última fase las ausencias por exigencias del primer equipo de puntales como Ramiro Guerra, Dani Raba, Chuca o Pau, algunos de ellos ya instalados de manera casi definitiva en el equipo de Primera.

El Mini Submarino vislumbra de nuevo a tiro de piedra, cinco puntos —ha recortado ocho con el Mallorca de la jornada 17 a la 20-— la posibilidad de ser campeón del grupo III. Además, el segundo equipo amarillo vuelve a situarse en el podio de los filiales de los 20 clubs de Primera División. Solo los del Barça y el Sevilla están por delante, aunque amenazados —ambos están en zona de descenso— con dejar su plaza en la categoría de plata a final de temporada. Entre catalanes, andaluces y vila-realenses solo se cuela un filial, pero en este caso el de un equipo de plata, el Sporting B.

El espejo del 2009

El resto, todos van a rebufo de la nueva hornada de la cantera amarilla. Madrid, Atlético, Athletic, Real Sociedad, Celta… todos miran con cierta envidia el resurgir de un Villarreal B que quiere emular a aquel filial que se instaló en Segunda A en la campaña 2009/2010 y al que solo la nefasta campaña 2011/2012 de sus mayores le hizo retroceder hasta la Segunda B.