El Villarreal saldó con decoro el trámite de la última jornada de la fase de grupos de la Europa League, en la que ha terminado líder del grupo A. El duelo de ayer, sin nada en juego, sirvió para ver en escena a un nutrido grupo de canteranos, que bastó para plantar cara al Maccabi Tel-Aviv, en un encuentro que acabó con una inmerecida derrota (0-1). Ahora, los amarillos esperan a su rival en dieciseisavos, en el sorteo del próximo lunes en de Nyón (13.00 horas), aunque previamente habrán vivido, este domingo, la visita del Barcelona al Estadio de la Cerámica (20.45 horas).

En lo meramente deportivo, el Submarino planteó el encuentro de forma ambiciosa, independientemente de que utilizara a muchos futbolistas de sus filiales. Hasta siete jugadores del B (los dos convocados del C comenzaron en el banquillo) dispuso Javier Calleja de inicio. Comenzando por la portería, sorprendió la titularidad de Barbosa en portería, en detrimento de Asenjo, cuando todo hacía indicar que era el choque ideal para que fuera cogiendo forma. En la zaga, los laterales, Rukavina y Adrián Marín, fueron dos de los tres futbolistas de campo del primer equipo, con Pau y Genís como centrales. En la medular, la experiencia la puso Roberto Soriano, con un correcto Ramiro Guerra en el vértice defensivo, mientras Chuca actuó de interior y Manu Morlanes (puro talento) ejerció de mediapunta. Mario González y Darío Poveda fueron los delanteros.

La verdad es que los jóvenes dieron la cara. El Submarino tuvo fluidez, personalidad con el balón en los pies y descaro. Chuca y Morlanes, en especial, demostraron que son futbolistas de otra pasta. No se arrugan, siempre quieren el balón y ejecutan a una velocidad impropia de su edad. De sus botas salieron las mejores acciones de peligro de los groguets, que abastecieron a Mario González, único que buscó el marco rival en un primer tiempo tan frío como controlado.

DINAMISMO SIN PREMIO // El segundo acto siguió con el mismo guión. El Villarreal fue el amo y señor del balón. Soriano, Chuca y Morlanes formaban un trío perfecto -escoltados por Ramiro Guerra-, con más movilidad arriba.

No en vano, en ese primer cuarto de hora llegaron las mejores ocasiones amarillas. En especial la del minuto 49, cuando un centro desde la derecha de Chuca dejaba solo a Mario González quien, sin portero, remató por encima.

El futbolista del filial no daba crédito al gol que había fallado, pero se repuso pronto para asociarse con Darío Poveda, quien pudo adelantar al Submarino poco después con un tiro cruzado que se perdió cerca del poste.

No obstante, su rival acertó en una de sus poquísimas acciones de peligro. Blackman rompía por el centro a la zaga grogueta y no perdonó en el mano a mano ante Barbosa (min. 59). Mucho premio para el equipo de Jordi Cruyff, aunque no minó la moral de los jóvenes de Calleja, que dio una oportunidad a Pedrito y Lozano. En el último arreón, Darío Poveda, incluso, pudo empatar.

El BabySubmarino se bautizó en Europa con hasta ocho jugadores de los filiales, que dieron la cara y demostraron que el futuro del Villarreal está asegurado, como ya estaba el pase a dieciseisavos.