Bacca estuvo a punto de maquillar un horroroso partido del Villarreal en La Cerámica. El empuje del colombiano en los minutos finales pudo obrar el milagro de remontar un 0-3 sangrante, que pudo ser todavía más grave porque el Celta tuvo en la lona al Submarino en los minutos iniciales del segundo tiempo. El Villarreal volvió a jugar a la ruleta rusa una vez más… y perdió, como le viene sucediendo cada vez que convierte los partidos en un intercambio de golpes para el que no está preparado porque carece de experiencia, contundencia defensiva y también ofensiva. Un equipo muy inexperto para manejar los partidos y que carece de líderes naturales sobre el césped, con un centro del campo que no defiende, una zaga muy endeble y que no sabe interpretar el fútbol que pretende su entrenador y un ataque contagiado por la falta de gen competitivo general. Ni el posible 3-3 que tuvo Gerard en el último suspiro hubiera borrado la pobre imagen ofrecida. El Villarreal da un paso adelante y dos atrás, y sigue encallado en la cola, con el descenso amenazando. Y ahora ya el peligro es real.

Un partido sin dictaduras tácticas ni cadenas defensivas siempre es agradable para la vista y para el romántico del fútbol. Celta y Villarreal apostaron por ese tipo de juego y el hombre que maneja el electrónico movía el dedo de un lado para otro para apretar el botón que refleja los goles como si tuviera un tic nervioso en la mano. La primera parte fue bella para el espectador, pero infumable para un profesor de la asignatura de táctica de la escuela de entrenadores. Un partido inmerso en los ataques de ida y vuelta, pero plagado de lagunas defensivas, más por el lado groguet.

En el bando del Villarreal motivado por la falta de contundencia en el área, pero también porque este equipo continúa echando mucho de menos un centrocampista que transmita experiencia, que sepa impartir pausa cuando se requiere, dar un balonazo cuando toca e, incluso, pegar un grito al grupo para poner orden en determinados momentos. La reunión de excelentes jugadores no es fórmula de éxito, más cuando el balón no sale de detrás con la fluidez que pretende Calleja.

¿Jugó mal el Villarreal en la primera parte? No, ni mucho menos. ¿Dio imagen de equipo sobrio y solvente? Pues tampoco la necesaria. Ocasiones para marcar tuvo y exhibió talento en su fútbol, pero evidenció demasiadas carencias defensivas y dejó un sinfín de huecos. Calleja volvió a jugar con un punta nato, con Fornals y Samu por detrás, juntando a Cazorla, Cáseres y Trigueros por delante de la defensa. Pedraza fue un extremo más, pero también un defensa menos, lo que dio sensación de inestabilidad.

Con balón, el Submarino hizo lo que debía. Llegó con cierta frecuencia y apuntando peligro en sendas acciones de Gerard y un tiro de Trigueros. Pero sin la pelota, el Villarreal era un desastre.

Llega el primero / En el reparto de golpes, el Celta salió ganando y mostró tener más plomo en sus guantes. Sus golpes eran más dañinos y contundentes. Asenjo evitó dos ocasiones claras de Brais y Aspas. Luego la suerte se alió con el Villarreal para que los remates del Celta se marcharan fuera. Hasta que Asenjo, quien también es humano, cometió un error fatal y se tragó un tiro sin aparente peligro de Brais en el minuto 43.

El equilibrio del primer tiempo se rompió totalmente tras el descanso. El partido pasó de ser un intercambio de golpes entre dos boxeadores que no sabían, ni querían mantener la guardia arriba, a convertirse en un correcalles, pero en el que el Celta machacó a golpes a su oponente. Cada puñetazo era más duro y el Villarreal se mantenía grogui. Calleja sustituyó a Ekambi por Trigueros en la reanudación para buscar más mordiente arriba, pero a las primeras de cambio, los céltiñas asentaron un nuevo golpe en el mentón con el 0-2, obra de Okay. Dos minutos después, Maxi Gómez lograba el tercero.

Bacca da esperanzas / Calleja, a la desesperada, sacó a todo su arsenal con la entrada de Bacca. El Villarreal puso mucho corazón y el recurso del balón largo como credencial. Dos goles del colombiano —el segundo con suspense por el VAR— dieron esperanzas. Hubo siete de descuento y la tuvo Gerard, pero pegó en el poste. El Villarreal volvió a doblar la rodilla y cuando estás en la jornada 15, ya no es casualidad. El peligro del descenso es ahora la gran realidad de un club que soñaba al inicio de temporada por pelear por la Champions League.

DOMINGO

9 DE DICIEMBRE DEL 2018

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