Partidos como el de ayer hacen grande este deporte llamado fútbol y tantas veces maltratado por entrenadores especulativos o futbolistas que no aman su profesión. Pero siempre quedan románticos como Quique Setién o Fran Escribá, tanto monta, monta tanto el orden, que apuestan por el espectáculo, por devoción y convicción. Pudo pasar de todo en el último cuarto de hora porque el resultado se mantuvo incierto hasta el final, pero ese plus más de calidad que diferencia al Villarreal de la mayor parte de equipos de Primera División sirvió para decantar el partido.

El toque diferencial lo puso ayer un jugador distinto, especial y todo corazón que es Cédric Bakambu, que colocó un bonito broche final a un precioso partido de fútbol en el tiempo de prolongación. El Villarreal acumula ya 11 partidos sin perder, una condición de invicto que es coto cerrado de amarillos y merengues. Y el Submarino se asienta en la zona de Champions. Lo mejor del equipo de Escribá fue el gran derroche de testiculina y la gran fe que tuvo hasta el postrero suspiro del encuentro, lo que le condujo a la victoria en el tiempo añadido. Mención aparte también para el conjunto canario, por su actitud y por su manera de entender un deporte que puede ser espectacular, como lo fue en la tarde de ayer, o aburrido hasta el bostezo, según la interpretación que se haga de él.

Fran Escribá dio descanso a nueve de los once jugadores que empataron el pasado jueves en Ankara. Solo repitieron Bruno y Jonathan dos Santos. El Villarreal retomó el 4-4-2 como dibujo de partida, con la titularidad de dos interiores con tendencia a irse hacia dentro en el centro del campo, como Roberto Soriano y Jonathan dos Santos. La ausencia de extremos, con Samu Castillejo en el banquillo y Denis Cheryshev con problemas físicos, limitó un tanto el juego de ataque de los amarillos. La UD Las Palmas mantuvo las señas de identidad que se esperaban con un juego combinado y orientado a tratar bien el balón y a mantenerlo en su poder. Y lo tuvo más que el Submarino en el primer tiempo, con un 58% por el 42% de los locales. Los canarios jugaron de tú a tú, con un buen orden defensivo y siempre mostrando criterio para alcanzar la portería de Sergio Asenjo, quien ya salvó a los suyos con una espléndida parada a Jonathan Viera, igual que minutos después Araujo remató fuera por escasos centímetros. Pero el equipo de Quique Setién ofreció una delicatessen a la grada del Madrigal con una acción de gran belleza plástica: un pase de espuela de Tana que Boateng envió a la red con un remate de media volea, adornado con tanta precisión como clase por el jugador alemán de origen ghanés.

DIFICULTADES / Al Villarreal le faltó desborde y velocidad para romper el entramado defensivo de un equipo como el canario que supo cerrar bien los espacios y la vías de entrada de los amarillos. Un gol anulado a Bakambu y un remate acrobático de Manu Trigueros fueron las acciones más destacadas de un Villarreal que nunca se sintió a gusto. Bakambu y Sansone, muy activos ambos, tuvieron que buscarse las habichuelas ante la falta de alimento para poner en aprietos a Raúl Lizoain. En la batalla de fútbol contra fútbol salió ganador el conjunto canario durante la primera parte, que concluyó con la ventaja que le dio el golazo de Prince Boateng.

El gol de ventaja no varió para nada la mentalidad de los de Setién, que mantuvieron su idea sin corsés ni limitaciones defensivas. El Villarreal le imprimió un poco más de ritmo e hizo acopio de más posesión de la pelota. Manu Trigueros se arremangó y se cargó al Villarreal a la espalda. El talaverano dispuso de la mejor ocasión de los amarillos en la reanudación con un tiro con el exterior que se le fue por poco. La replica la puso Tana, pero Sergio Asenjo demostró que es un portero top una vez más.

TRIGUEROS COGE EL TIMÓN / El mando de la play pasó a poder del Villarreal, pero a su fútbol le faltaba algo más que la calidad y la visión de juego de Trigueros, con Soriano y Jonathan un tanto espesos. Mario y Jaume Costa intentaron suplir el déficit de desborde en la periferia, pero continuaba faltando llegada arriba.

El recurso de la verticalidad y rapidez de los puntas lo leyó enseguida Manu Trigueros, ayer el mejor jugador sobre el campo del Madrigal. Un envío largo sobre Sansone concluyó en un derribo de Roque Mesa sobre el internacional azzurro en el área que el árbitro no dudó en señalar como pena máxima. Después de unas dudas sobre quien ejecutaba la acción desde los 11 metros —dialogaron Bruno, Bakambu y Sansone— el mismo delantero italiano que sufrió la falta agarró la pelota y se dispuso a lanzar, después del error de Bruno del pasado jueves. Sansone marcó el empate. El Villarreal se puso manos a la obra y se fue a por el segundo. La entrada de Samu Castillejo le dio más profundidad al equipo amarillo, volcado sobre el área canaria. Pero la UD Las Palmas no se arrugó y siguió con el tú a tú a su rival y dispuso de sus ocasiones, como un envenenado tiro de Dani Castellano que Sergio Asenjo, providencial de nuevo, desvió con muchos apuros.

EL GOLPE FINAL / El último cuarto de hora del partido fue apasionante, con los dos equipos manteniendo su vocación de jugar a fútbol y manteniendo sus aspiraciones de ganar el partido. El balón iba de área a área, porque los canarios nunca renunciaron al triunfo en su visita a Vila-real.

Pero el Villarreal posee más pólvora... y tiene a Cédric Bakambu. El franco-congoleño ejecutó a Raúl Lizoain con tanta precisión como habilidad. El Madrigal se cayó a sus pies. La fiesta continúa. En Vila-real se sigue mimando la pelota y se sigue primando el espectáculo. ¡Chapeau! H