Solo lleva tres partidos al frente, pero los cambios se perciben. Este Villarreal de Calleja es más intenso, tiene más carácter y juega más en el campo rival que en el propio. Y además sabe sufrir, como demostró ayer en Girona, en un campo muy complicado contra un rival que aprieta y sabe jugar sus cartas perfectamente. Un triunfo importante basado en el esfuerzo colectivo, pero también en el talento y la calidad que se derrocha desde el centro del campo hacia arriba.

Si además de la clase de Rodrigo, Trigueros, Samu o Fornals luchas por ganar cada balón en cualquier espacio del campo, como hicieron ayer los cuatro centrocampistas amarillos, sales con mucho ganado a la cancha. Y si defiendes con orden y tensión y dispones de un goleador como Cédric Bakambu, todo es más fácil. Solidaridad, intensidad y una idea clara son las claves de la mejoría, junto con una mayor ambición. Ese es el camino. Con esa filosofía el Submarino se sube al tren de la parte alta.

El rombo mágico sigue funcionando perfectamente. El trabajo diario y el paso de los días ha mejorado la aplicación de los conceptos del nuevo técnico, fundamentalmente en el juego de ataque. El Villarreal se muestra más cosido que en los primeros pasos de Calleja. Esa sensación, mezcla de duda, incertidumbre y también de miedo con una apuesta más ofensiva, se desvanece poco a poco y se transforma en una convicción absoluta en la idea que se pretende aplicar.

El once de partida en Montilivi era el que se esperaba, salvo la titularidad de Nicola Sansone en lugar de Bacca, aunque la ausencia del colombiano por las fechas FIFA argumenta la decisión. El Villarreal entró al partido muy concentrado, con un buen posicionamiento y los conceptos muy claros. Líneas juntas, buena presión al rival cuando tenía el balón y la movilidad de los cuatro hombres del centro del campo, siempre con el punto de mira en el área rival. La jerarquía de Rodrigo se nota y se siente. Cada partido avanza más. Juega al fútbol con la misma tranquilidad que un niño maneja la play en el sofá de su casa. Baja a recibir, contemporiza el juego cuando es necesario y maneja los tiempos a su gusto y antojo. Y cada vez se arruga menos ante las embestidas del rival. Tiene porte de futbolista de equipo grande y lo empieza a asumir con normalidad.

A su lado, tres futbolistas de una calidad impresionante que brillan alumbrados por el talento de Rodrigo: Trigueros, Samu Castillejo y Fornals. El talaverano ve el pase unos segundos antes que los demás y si además tiene delante a un especialista en el desmarque como Bakambu, el cóctel es explosivo como sucedió en el primer gol del Submarino. Tan meritorio el pase como la definición. El congoleño se halla en estado de gracia y no tiembla ante el portero rival. Unos minutos antes, Manu había dejado un balón en inmejorables condiciones a Sansone, tras otra asistencia genial.

Solo habían pasado ocho minutos y el Villarreal ya había mostrado su gran potencial ofensivo. Lejos de bajar el pistón, el Submarino continuó mandando y jugando en campo contrario. Ahora las posesiones largas se producen en campo rival. Otro cambio reseñable. Cuando dispones de tantas varitas mágicas al servicio del fútbol, el gol, o la ocasión, puede saltar en cualquier momento. Fornals se inventó un pase espectacular, tanto como la definición de Bakagol, que marcó su séptimo gol en la octava jornada de Liga. Casi a tanto por partido. Minuto 20 y 0-2 en el marcador. Un guión inmejorable.

EL GIRONA DESPIERTA

El Villarreal mantuvo un ritmo alto pero era difícil de sostener una intensidad tan grande y el rival comenzó a despertar. El último cuarto de hora de la primera parte fue para el Girona, que apretó y se fue arriba para intentar meterse en el partido de nuevo. Barbosa lo evitó en un remate de Stuani en el minuto 38, pero no pudo hacer lo mismo a renglón seguido con otro tiro del uruguayo en el área pequeña que ponía tensión a un partido que parecía cómodo para los amarillos con el 0-2.

El Girona salió a por todas en la segunda parte. Un recién ascendido que compite bien y que presenta unas buena señas de identidad en el juego colectivo. Un bloque guerrero y que sabe a lo que juega. Pero el Villarreal, lejos de ceder terreno, se adaptó perfectamente al rival. De tú a tú jugaron los dos equipos, lo que embellecía el partido para la grada, pero lo convertía en una taquicardia constante para ambos banquillos porque el partido caminaba desde la frontera del empate hasta la del 1-3 en cada ataque alterno de uno y otro bando. No obstante, la más clara la tuvo Carlos Bacca, mientras que el peligro del Girona llegaba más a balón parado o en el juego aéreo, pero la pareja Víctor Ruiz-Álvaro actuó de antiaéreo con eficacia máxima.

BALONES AL PALO

El intercambio de golpes era constante, aunque los del Villarreal parecían más demoledores que los de su rival. El Girona dispuso de su oportunidad en un tiro al larguero de Johan Mojica, con una réplica de Roberto Soriano en el descuento con un disparo al poste de Gorka Iraizoz. La segunda mitad fue trepidante, pero el Villarreal supo aguantar bien el empuje local y fue justo vencedor.

Hoy en día, el amarillo es un equipo al alza que mejora semana a semana. El jueves toca otro examen en Europa. Las sensaciones son cada día mejores.