Las banderas son un símbolo, la representación por antonomasia de una idea, un sentimiento, una pertenencia o una delimitación geográfica. La misma carga simbólica tiene un trapo de tela negra en un barco o la fastuosa enseña de un reino, como la tiene la bandera galesa con el lema: Gales, golf, Madrid. En ese orden con la que el madridista Gareth Bale celebró por todo lo alto la clasificación de su selección para la Eurocopa.

La bandera es el último símbolo de la desconexión de un Bale que ha perdido la noción de la decencia pública frente al madridismo, después de completar un mes sin entrenar con sus compañeros (antes y después de jugar con su selección), entre declaraciones altisonantes: Claramente, me emociona un poco más jugar con Gales, había dicho Bale antes del partido que supuso la clasificación de su selección para la próxima Eurocopa tras ganar a Hungría (2-0) con dos goles de Ramsey, el primero tras asistencia del madridista.

La imagen de la fiesta posterior representa el penúltimo desencuentro de Bale con un club, un vestuario y una afición con los que no tiene reparos en prodigar un humor ácido. La frase es el mensaje que llega desde el madridismo y desde la prensa española (fue un comentario de Pedja Mijatovic en la Cadena Ser), que se ha convertido en una suerte de titular de las críticas al galés en España. Es una de las cosas que escriben sobre mí, me parece bastante gracioso, había dicho Bale sobre la carga satírica de esa bandera.

Los pitos esperan al atacante de Cardiff en el Bernabéu, pero en el club no ha caído más que como otra gota en un vaso ya rebosante. En su historial fuera del césped tiene otras actuaciones más reprobables para el Madrid que verse con sus compañeros de selección celebrando un momento histórico junto a una bandera que plasmaba el cántico más repetido en las gradas galesas, un símbolo del ambiente de protección a su estrella de los ataques desde España.

LA VENTA COMO SOLUCIÓN

En la huida hacia adelante que es la temporada de Zidane, el técnico parece tener asumidas las condiciones de Bale e intentará sacar de él el máximo partido deportivo que pueda, capeando cada temporal con filosofía; pero desde el palco y, sobre todo, desde la grada, una salida se antoja como la solución satisfactoria y, como dijo Zidane en la pretemporada: Si se va hoy, mejor que mañana.

La disposición de Bale para abandonar el Madrid podría ser opuesta al verano, visto el creciente descaro de sus declaraciones, la creciente tensión en su contra en el Bernabéu y las portadas que se filtran con regularidad hablando de sus enfados con Zidane.

Además, el baile de entrenadores en el Tottenham, su anterior club, le puede dar una salida con la llegada al banquillo Mourinho y la inversión en fichajes que le secundará el próximo mercado de invierno. A la vez, el viejo sueño de Florentino Pérez de fichar a Pochettino, despedido del club inglés, se presenta como una ocasión propicia, la nueva alternativa cada vez que Zidane vuelva a pasear cerca del abismo.