Hace mal el FC Barcelona al dar largas a la renovación de Jordi Alba, un futbolista que aumenta su cotización a cada día que pasa. La razón no es tanto que el lateral esté rindiendo este curso por encima del nivel que ha mostrado en años anteriores como que el equipo azulgrana exhibe de manera cada vez más descarnada su dependencia del futbolista de L’Hospitalet del Llobregat. De los ocho partidos que el Barça ha disputado en esta temporada sin Alba en el once inicial solo ha podido ganar dos: los dos duelos de Copa del Rey frente a la Cultural Leonesa, un equipo de Segunda B.

La posición de lateral izquierdo es la única que no está desdoblada en la primera plantilla azulgrana. Tras la venta de Lucas Digne al Everton en verano, los responsables de la planificación deportiva del club consideraron que el sustituto de Jordi Alba debía salir del filial. Y entre Marc Cucurella y Juan Miranda se decidieron por este último, más joven e inexperto pero, a juicio de los técnicos de la casa, más prometedor, hasta el punto de que se le hizo un nuevo contrato con una cláusula de 200 millones de euros.

Miranda se limitó a cumplir en la eliminatoria con la Cultural Leonesa, se vio claramente superado por el escenario en el choque de Champions ante el Tottenham en el Camp Nou (1-1) y quedó fatalmente señalado en la derrota que el Levante infligió al Barça en la Copa en el Ciutat de València (2-1). Desde entonces, el joven sevillano arrastra una crisis de confianza que le ha llevado incluso a perder la titularidad en el filial en beneficio de Ignasi Vilarrasa, incorporado en enero procedente del Cornellà.

REFUERZO PARA EL FILIAL

Es algo sorprendente que que el FC Barcelona aprovechara el mercado invernal para reforzar la plaza de lateral izquierdo en el B y no en el primer equipo, dado que ninguna de las fórmulas empleadas en los otros cuatro partidos en los que Alba no ha sido titular ha funcionado, dejando un saldo de dos derrotas y dos empates.

En la visita a Butarque, en la sexta jornada de Liga, Ernesto Valverde dejó al de L’Hospitalet en el banquillo y puso en su lugar a un central zurdo como Thomas Vermaelen. Después de que el Leganés le diera la vuelta al resultado con dos goles en un minuto, Alba saltó al campo para disputar el último cuarto de hora, pero el Barça ya no pudo evitar la primera derrota de la temporada (2-1).

BAILE DE LATERALES

Valverde volvió a dejar a su único lateral izquierdo en la caseta en la ida de los cuartos de final de Copa frente al Sevilla y esta vez cambió a Semedo de banda. El invento tampoco funcionó y los azulgranas se llevaron un nuevo varapalo (2-0). Diez días después, en el compromiso liguero ante el Valencia, el técnico probó con Sergi Roberto, otro diestro, y los visitantes aprovecharon las concesiones defensivas para ponerse con dos goles de ventaja. Jordi Alba jugó toda la segunda parte y el Barça no pasó del empate (2-2).

En ese partido vio el de L’Hospitalet la tarjeta que le impidió viajar a San Mamés. Valverde volvió a encomendar a Semedo la tarea de ocupar la banda izquierda y, pese a que el portugués estuvo algo por encima de la discreta media del equipo, la necesidad de jugar a pierna cambiada y la falta de automatismos lastró sus aportaciones ofensivas. El resultado, otro empate (esta vez sin goles) y una carta más para el agente de Jordi Alba a la hora de sentarse a negociar la renovación. Ahora mismo, no hay en toda la plantilla un jugador más indispensable.