No tiene ninguna razón para ocultarlo. «He sufrido mucho a Messi». Lleva toda la semana diciéndolo. Es lógico. Diego López, dueño desde el pasado fin de semana del nuevo récord de imbatibilidad del Espanyol. sabe a lo que se enfrenta. Se asoma al Camp Nou y enfrente está él, el tipo que le ha batido en 10 ocasiones (seis goles cuando era portero del Villarreal y cuatro del Madrid). No solo sufrió históricamente a Messi sino que, además, tendrá que lidiar con el retorno del tridente.

Vuelve Neymar, vuelve el tridente, una fórmula ofensiva que han jugado juntos mucho menos de lo que parece esta temporada. Por ejemplo, el brasileño no estuvo en la despedida de la liguilla contra el Borussia (estaba sancionado en Europa) ni tampoco en la cómoda y reconfortante goleada en Pamplona (sancionado en la Liga), dejando su hueco en la banda izquierda a Arda.

Por una razón u otra (JJOO de Ney, lesiones y enfermedad de Messi, sanción de Suárez), los «tres monstruos», como les llamó Xavi después de visitarlos esta pasada semana en Catar, no tienen la continuidad esperada. Es más, solo han coincidido en el once inicial en siete de las primeras 15 jornadas de Liga, con las disfunciones que ha provocado en un equipo construido por y para el tridente. Y cuando el tridente no está, el Barça ha exhibido serios desajustes, que fueron más evidentes con la lesión de Iniesta.

MÁXIMOS GOLEADORES

Volvió el capitán de forma progresiva (media hora en el clásico, una hora con el Borussia, 90 minutos en Pamplona) y el tridente se sintió más feliz. Messi prepara su nueva cita con Diego López y esa defensa de autor que ha construido con suma pacienciaQuique Sánchez Flores. Lejos del ruido y con tanta pulcritud como tacto, el Espanyol se ha hecho fuerte en su área.

El Atlético, sin ir más lejos, fue incapaz de derribar esa puerta, pero el desafío que le toca vivir en el Camp Nou no es nada habitual. Tiene enfrente a dos de los tres mejores goleadores de la Liga: Messi suma 11 tantos en 12 partidos, Suárez lleva 10 en 14. Falta, sin embargo, que Neymar se sume a la fiesta de sus dos amigos. Apenas 4 goles ha marcado el brasileño en las 12 jornadas que ha disputado.

Si pudiera, Diego López, que disfruta de un extraordinario momento, quitaría a la MSN al completo. Pero no puede. Y, mira por dónde, el trío ofensivo azulgrana se va a reencontrar en el derbi después de una semana extraña. Messi, el que más hace sufrir al portero del Espanyol, no está nada extraño. Más bien, todo lo contrario.

Anda tan fino, que ha firmado seis goles en los cinco últimos partidos que ha jugado, prueba de que su nivel de eficacia se mantiene en cifras espectaculares. Por eso, es el máximo realizador en el derbi dejando un rastro de 16 tantos, algo que no ha logrado ningún otro.

Para Messi, el derbi es, en realidad, un viaje a la infancia, acostumbrado como está a jugarlo en su meteórico paso por las categorías inferiores del Barça. Cada partido era mucho más que un partido para Leo, quien hace 13 años jugó el partido de la máscara. Era en el 2003. El Cadete A del Barça se jugaba la Liga contra el Espanyol. Y Messi no pudo acabar ni la primera mitad de ese intenso derbi porque sufrió una fractura del pómulo derecho. Le sustituía Cesc Fàbregas.

«NO VEO NADA, MÍSTER»

Una semana más tarde, Barça y Espanyol se encontraban para la final de Copa. Pero él no podía jugar porque le habían diagnosticado 15 días de baja. Como mínimo. Pero Leo se rebeló y salió de titular con el Cadete A de Alex García, su entrenador entonces. Tenía 15 años. Salió, eso sí, con una máscara que usó previamente Puyol, que ya jugaba en el primer equipo. «No veo nada míster», le dijo a Álex Garcia) porque era imposible jugar con ella. La tiró al suelo, marcó dos goles y en el descanso, con un 3-0, y tras las súplicas de su entrenador y de todos, Leo dejaba de jugar. Para el dueño de esas livianas botas (en la derecha lleva el nombre de Thiago, su hijo mayor y en la izquierda de Mateo, el pequeño), el derbi es más que un partido.