El Villarreal hizo un paréntesis en su brillante regreso a la LaLiga tras la pandemia. Su gran pecado fue ser demasiado vehemente ante el Barcelona, ser demasiado imprudente en su ansia de tratar de tú a tú a un campeón que, aunque venido a menos, tiene un tropel de futbolistas que en cualquier momento puede despertar el enorme talento que llevan dentro. Y, para más inri, el Submarino tuvo delante la mejor versión del Barça de esta Liga, rescatando ese orgullo de campeón herido ante la proximidad de perder su condición ante un Real Madrid que parece decidido a quitarle la corona de rey de LaLiga.

Calleja lo vio todo perdido poco después del primer tiempo y empezó a dar descanso a sus hombres importantes. El 1-4, que pudo ser más abultado, deja un poco lejos el sueño de la Champions, pero le mantiene muy vivo y con un buen colchón en su pelea por regresar a Europa. Solo fue un borrón a una trayectoria inmaculada.

El Villarreal y el Barcelona salieron con sus mejores galas. Calleja recuperó a Iborra y Setién resolvió la última de las polémicas que le estalló en las manos con Griezmann, a quien sacó en el descuento contra el Atlético, otorgándole la titularidad en una de las últimas oportunidades que le quedan para renovar el título de Liga, más tras conocer la victoria del Madrid en San Mamés horas antes.

Un Villarreal-Barça siempre promete fútbol, goles y taquicardia. Sobre el césped había demasiado talento para que no se viera un buen espectáculo por televisión. Cazorla y Messi, dos genios indiscutibles del fútbol, se dieron un cálido abrazo justo antes de comenzar el partido y luego se dedicaron a dirigir sus respectivas orquestas.

Fútbol sin corsés tácticos. Dos equipos lanzados a desatornillar los resortes defensivos de su rival sin complejos. El Barça, que llevaba varios partidos desaparecido, recuperó su magia y su alma de equipo campeón en La Cerámica. A los tres minutos, Jordi Alba recorrió su carril hasta la cal, una de sus habituales cabalgadas, y su pase atrás fue rechazado en propia puerta por Pau, quien intentó evitar el remate que Griezmann iba a conectar en su proximidad.

El Barcelona había comenzado el partido herido en su orgullo y quería demostrar que todavía le quedaba mucho por decir en una lucha interior por retrasar el alirón de su eterno rival.

INSEGUROS / El conjunto amarillo de anoche fue más el equipo del Calleja anterior a la pandemia, con la mirada más puesta en atacar que en defender. Y eso ante un Barça inspirado y enrabietado puede costar más de un disgusto. Pero también tiene su premio. Y a los 12 minutos, los amarillos marcaron un gol de equipo, con la participación de varios jugadores. Chukwueze le sirvió un balón al espacio a Alcácer, quien interpretó perfectamente el desmarque y leyó la posición de Cazorla, siguiendo atento la acción, para conectar un tiro envenenado que Ter Stegen despejó como pudo, cayendo el rechace a Gerard Moreno, que solo tuvo que embocar la pelota a la red para firmar su mejor racha goleadora.

El partido continuó de tú a tú, Abierto y directo, lo que no era un buen signo para los amarillos, que dejaron demasiados huecos para que los futbolistas de incuestionable talento que colecciona el Barça tuvieran más fácil la exposición de su calidad y su lucimiento personal.

El Villarreal pagó cara tanta vehemencia y, solo cuatro minutos después, Messi habilitaba a Luis Suárez para que el uruguayo redondeara un precioso tiro a la escuadra contraria sin que la estirada de Asenjo sirviera para algo.

El Barça se aprovechó de la irreverencia de un Villarreal que quizás sacó demasiado pecho de su cartel de equipo más en forma de LaLiga posconfinamiento.

Cada llegada del conjunto azulgrana irradiaba peligro. Y Calleja tuvo que realizar el primer cambio por unas molestias de Alcácer que invitaban a la precaución. Al filo del descanso, Griezmann se reivindicó con un golazo en forma de tiro parabólico.

El técnico madrileño ordenó dos cambios de golpe en el descanso con la entrada de Bruno y Moi Gómez por Iborra y Gerard. Un intento por recuperar el equilibrio táctico y tener más la pelota. Chukwueze adelantaba su posición con Bacca. Y, a renglón seguido, daba descanso a Cazorla. ¿Empezó a pensar en el Getafe más que en el Barça con un 1-3? El partido continuaba siendo dominado por los azulgranas, amos y señores del balón con largas posesiones, y el Villarreal no pudo hacer lo que más le gusta: tener el balón. La segunda parte fue un monólogo culé, que pudo lograr una goleada más abultada. El VAR anuló un gol a Messi y Ansu Fati redondeó el 1-4 final.