Sin brillo logró el Barça apuntarse otro resultado magnífico. No fue una victoria, pero el empate brindaba el premio doble de la clasificación y el primer puesto del grupo. A falta de una jornada se sumó al grupo de los 16 mejores, todavía incompleto, pero que cuenta con los nombres más rutilantes: Bayern, Madrid, Manchester City, PSG… Se apuntó a la lista el Barça con menos lustre que algunos de sus competidores, con la falta de una mano de barniz en el juego. La mano más valiosa, sin embargo, es la que sacó Ter Stegen. Otra vez. El meta voló hacia el poste derecho para desviar un envenenado tiro de Dybala en el tiempo añadido. A Buffon le salvó el poste.

Ter Stegen se convirtió de nuevo en providencial, y es un detalle que debería preocupar al Bar-ça para el futuro. Las paradas del alemán son un síntoma de que algo falla. El protagonismo debería diversificarse. Antes del duelo se centró en Messi. El anuncio de las alineaciones le situaba en el banquillo por primera vez desde el 15 de octubre del 2016 y fue la sorpresa más morrocotuda, atenuando la suplencia de Alba y la de Paco Alcácer. Ese bombazo no tuvo repercusiones más que el entretenimiento que generó hasta que Leo entró en el campo para jugar la última media hora. El marcador no cambió con él.

Valverde procuró que no pasara nada. No hay mejor garantía que quedarse la pelota y hacerla circular. Eso intentaron sus muchachos: pasarla de lado a lado, pero no de punta a punta. Sin Messi, el equipo era chato. Las estadísticas lo expresaron: solo una ocasión en el primer tiempo.

Suárez penó esperando algún balón en profundidad, porque no lo recibiría al pie, siempre de espaldas a la portería. Solo Iniesta destacaba. Y destacó porque tuvo la pelota, la única forma que tiene de expresar su categoría. Le dio pausa al equipo y fomentó las combinaciones, igual que Busquets, mientras Paulinho quería ser el quinto centrocampista y el tercer punta al mismo tiempo.

POCO ATREVIMIENTO / El repliegue del Barça fue ordenado y disciplinado. Arriba solo se quedó Suárez; los demás se repartieron en dos barreras de cuatro defensas y cinco centrocampistas. Con Messi hubo uno menos para defender pero la Juventus ya no se estiró tanto. El balón merodeó más por los dominios locales.

No se atrevió a mucho tampoco la Juve con el 10 del Barça en el campo, no fuera que sufriera un estropicio, y acabó pensando que un punto era mejor que cero. Al menos logró mantener la portería a cero, ahogando el complejo de vulnerabilidad que le acosaba. También mantuvo el cero Ter Stegen, pero eso ya no es noticia.