Diezmado en sus efectivos por una pintoresca gestión del mercado de invierno que debía servir para reforzar el equipo y ha acabado adquiriendo las formas de un expediente de regulación de empleo, el FC Barcelona se aferró a la sociedad formada por Leo Messi y Ansu Fati para despachar al Levante en un partido que empezó muy bien y acabó solo regular (2-1). Los dos goles del niño, premio a una actuación que ya no cabe adjetivar como prometedora porque fue la propia de un jugador hecho y con estrella, acapararán con justicia los titulares, pero no deben hacer olvidar (y seguro que a Setién no se le olvida) que el Barça estuvo en un tris de echar a los cerdos un encuentro que tenía perfectamente atado tras un primer acto estimable.

Tan escaso es el margen de maniobra de Setién por el número de futbolistas disponibles que las alineaciones empiezan a repetirse partido tras partido, sin posibilidad de atender a criterios de rotaciones o de descanso en jornada intersemanal. Ante el Levante, con solo 14 jugadores del primer equipo con el alta médica, salieron los mismos hombres que se enfrentaron al Leganés en duelo copero con la única ausencia del lesionado Arturo Vidal.

LETALES / La gran noticia del primer acto, no por esperada menos jubilosa, fue la impactante eclosión de la pareja Messi-Ansu, que en apenas 18 minutos se conjuraron para armar al menos cinco jugadas de ataque de gran mérito, dos de las cuales acabaron en la red de la portería defendida por Aitor Fernández.

Y los dos goles tuvieron por autor al joven canterano, un killer con cara de boy scout. Poco antes, Ansu ya se había inventado una deliciosa asistencia de espuela para su capitán que este no convirtió en diana por muy poco.

Se desdibujó el fútbol azulgrana en la segunda mitad, más pendientes de buscar el tercer gol con cierta celeridad que de abrochar el juego, y ello concedió al Levante la oportunidad de acercarse con peligro, generando gran nerviosismo con el 2-1.