El Barcelona, con un once plagado de suplentes (Messi solo jugó la media hora final), conservó su condición de invicto en la Liga (2-2). Lo hizo en Balaídos, escenario, en las últimas temporadas, de debacles, con los cinco sentidos puestos en la final de la Copa del Rey del sábado, frente al Sevilla, en el Wanda Metropolitano.

A pesar del 0-1 y del 1-2, el Barça estuvo cerca de la derrota. El Celta, liderado otra vez por un majestuoso Iago Aspas, tuvo multitud de ocasiones, aprovechando a medias la expulsión de Sergi Roberto en el minuto 72, apenas 11 después de salir del banquillo. Al final, el delantero de Moaña se ayudó del brazo para evitar la victoria visitante, con un Paco Alcácer que sirvió a Ousmane Dembélé el 0-1 y que desvió con la puntera de la bota un remate de Paulinho en el 1-2.

El Celta, que exprime sus opciones de regresar a la Europa League, se topó con un inmenso Ter Stegen, que no pudo evitar el empate de Jonny al filo del descanso. Al poco de que Ernesto Valverde le diera unos minutos a Leo Messi, Alcácer colocó el 1-2. Pero si los azulgrana ya sufrían en igualdad numérica, el final del encuentro, después de que Sergi Roberto derribase a Aspas cuando éste se plantaba ante el guardameta alemán, lo convirtió prácticamente en una misión imposible. El Celta, aunque en una acción que debió ser invalidada, igualó y todavía tuvo ocasiones para ganar, con lo que hubiese roto un nuevo récord del Barcelona: se el primer equipo en la historia de Primera que enlaza 33 jornadas del mismo campeonato sin perder.