El Camp Nou fue el escenario de un milagro. Un fenómeno paranormal. Un episodio que se puede considerar único ya no solo en la historia del fútbol, sino en la del deporte en general. Un ejemplo de que no existen utopías e imposibles, por más que sean hechos extraordinarios. Como el que aconteció anoche en el coliseo barcelonista.

Ganaba el Barça por 3-1 en el minuto 88. Había aficionados que enfilaban ya los pasillos de salida del Camp Nou. La gesta que se dibujaba en el minuto 50 con el 3-0 se estaba diluyendo cuando en el minuto 62 había anotado Edinson Cavani (3-1). A partir de entonces, el Barça necesitaba tres goles y no tenía ni el control del juego ni la cabeza fría. Pero Neymar enchufó una falta directa a la escuadra. Justo al inciarse el tiempo añadido, Luis Suárez forzaba un penalti que transformó de nuevo Neymar.

El altavoz anunció cinco minutos más. Solo faltaba un gol. Y un intento. Colgó el balón Neymar y apareciendo desde atrás, de incógnito, la punta del pie de Sergi Roberto obraba el prodigio del que se hablará en todo el mundo. Y las imágenes, el relato puramente temporal resumirán mejor que nada el éxtasis, la epopeya de una hazaña histórica y que apenas trata de una eliminatoria de octavos de final de la Champions. La relevancia del suceso trasciende la competición y a los protagonistas que concurrieron en el césped del Camp Nou, sobre todo a los azulgranas, que se fundieron en una piña en el córner; y a los franceses del PSG, tristes y demacrados sujetos de un suceso cruel, pero ejemplificante. Nada está ganado y nada está perdido de antemano.

Las palabras difícilmente describirán con justicia la emoción que desató las costuras del Camp Nou, escenario de otro capítulo imperecedero y que costó vaciar, con seguidores del Barça sin poder marcharse, hipnotizados, y los PSG petrificados, inmóviles también en la azotea del estadio por razones de seguridad, testigos mudos que apenas podrán verbalizar lo que vieron sus ojos. Las imágenes se lo recordarán.

REMONTADA ÚNICA / Nunca nadie, jamás, había levantado un 4-0 en la Champions. Antes del 6-1 de anoche en el Camp Nou hubo hasta 57 intentos frustrados, lo que convertían en imposible la remontada azulgrana. El tópico saltó por los aires de manera impensable, con una violencia inusitada. El nombre que bautiza la Remontada con mayúsculas es el de Sergi Roberto, seguramente el futbolista más mundano de los 14 que vistieron de azulgranas y víctima inicial de Luis Enrique. El sacrificado de una alineación que debía ser histórica. Fue desplazado por el entrenador en beneficio de Mascherano, y Sergi Roberto, en el último suspiso, transportó al entrenador, al jefecito y a todos a la inmortalidad.

EL HÉROE / «Me he tirado con todo a la última pelota», admitió el centrocampista --reconvertido en lateral-- que anoche jugó los últimos minutos del partido tras sustituir a Rafinha, en un cambio que acabó siendo providencial para el resultado final del partido. «Cuando he visto que el balón entraba me he tirado al suelo», una reacción que miles de culés sin duda imitaron.