Cuando los dirigentes del PSG desfilaban hacia la salida del palco del Camp Nou, Sergi Roberto puso el empeine que disparó sismógrafos. No vieron el sexto gol, pero no pudieron sustraerse al ruido ensordecedor que explotó en el campo. Se perdió la compostura guardada hasta entonces en el palco que dejaron atrás. Solo había sido roto por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, expresiva con el tanto galo. Saltaron y gritaron los directivos azulgrana; vociferaron y se pusieron las manos a la cabeza los exfutbolistas Giuly, Albertini y Shevchenko, un culé más a la vista de la vehemencia de sus gestos. No fue seguramente el único adepto nuevo a la causa azulgrana. El Barça, con su remontada imposible, consiguió una conexión emocional de orden global.

Basta ver la aparición de infinidad de celebraciones extasiadas. La fascinación por la proeza prendió en el mundo del fútbol. Desde diferentes rincones del planeta llegaron vídeos de reacciones exultantes, casi volcánicas, al gol que certificó el milagro. ¿Quién no vio a leyendas británicas como Lineker, Gerrard, Ferdinand y al exmadridista Owen perder casi los papeles en un plató de la BBC? ¿O al entrenador del Borussia Dortmund, Tuchel, proclamando su amor por el Barça después de que su equipo superase al Benfica por 4-0? «Pensé que nosotros habíamos estado espectaculares, pero estos chicos...», dijo.

Desde el club barcelonista constatan con algunas cifras el impacto de la goleada, glorificada en esos siete minutos de locura. Solamente una hora después del partido, las redes sociales del club incorporaron a 100.000 nuevos seguidores. De todas partes. Y la foto icónica de la remontada, la de Messi desencadenado frente a la Grada d’Animació, obtuvo a media tarde de ayer más de 55 millones de visualizaciones en canales oficiales. Al margen de estas cuentas queda el uso externo desde otros sitios y redes.

Para la entidad azulgrana, empeñada en abrirse al mundo y conseguir nuevos recursos, resulta de enorme valor esta agigantada proyección que ha proporcionado la gesta ante el PSG. Un espot imbatible, que contenía una extraordinaria comunión con los aficionados del Camp Nou y que merece resaltarse después de que, hace apenas tres partidos, los pitos irrumpieran en el estadio. Se forjó una unión asombrosa y se demostró de nuevo la irremediable ciclotimia del fútbol. Todo aficionado aspira a tener razón, pero este es un deporte que desbarata en cualquier momento las conclusiones precipitadas.

En el vestuario azulgrana se vivieron las escenas de euforia desbordada que ya se vio en el campo en cuanto el controvertido colegiado pitó el final de la película. Perfectamente comparables a las vistas en los días de conquista de la Champions, según quienes han presenciado de cerca muchos éxitos. Fue una noche mágica, a la altura de los mayores eventos de la historia del club, y así reaccionaron los jugadores.

«NO HAY NADA IMPOSIBLE» // Piqué cumplió con su hábito de visitar el césped con su familia, Shakira incluida, una vez se impuso el silencio. En el palco, varios directivos se hacían entre tanto un selfi conmemorativo. Neymar se fue de fiesta. Se la ganó de sobras. Y Messi bastante hizo con poder salir de las inmediaciones del estadio, como constató su pareja, Antonella, en un vídeo. Ya ayer, el argentino escribió en Facebook una bonita frase de superación: «Con esfuerzo, actitud y ganas, no hay NADA imposible».