La junta del Barça se reúne hoy. No es una reunión extraordinaria convocada para atender la crisis, sino una de las habituales. Pero llega al día siguiente de que haya concluido la temporada. Y llega en un momento en el que el barcelonismo espera explicaciones de su presidente. Josep Maria Bartomeu ha hablado poco y de forma breve y protocolaria. «Ernesto [Valverde] tiene contrato y nos gustaría que siguiera», dijo en Liverpool y repitió en Sevilla, después de dos derrotas, para reforzar la figura del entrenador, cada vez más discutida por la grada.

Bartomeu hizo saber su enfado el año pasado con Valverde antes de ganar Liga y Copa, tras la debacle en Roma; ahora le refuerza tras el doble fracaso europeo y copero. La situación ha cambiado. Como el mensaje. La Liga se celebró antes de viajar a Liverpool y la final de Copa se ha perdido. Bartomeu insiste en que a Valverde se le renovó el contrato y es una apuesta a medio plazo. Cabe suponer que la entereza de la junta es tan sólida que un par de derrotas no le harán retractarse de una decisión tan estratégica como consolidar a Valverde, aunque no puede descartarse de que sea una coartada a sabiendas de que es el entrenador quien medita renunciar. Bartomeu y sus allegados se parapetan en Valverde y en Pep Segura, el secretario técnico, con el argumento de que son los máximos responsables de la parcela futbolística.

Segura ha hecho buenos a sus antecesores. Txiki, Zubizarreta, Roberto tuvieron uno o varios fichajes fallidos. El secretario técnico de Bartomeu tampoco se ha mostrado infalible, pero sus errores son sonoros por el coste: Coutinho y Dembélé (se han pagado 255 millones de los 305 comprometidos en sus fichajes) superan lo ingresado por Neymar (222). Como sonoras han sido las cesiones de Murillo y Boateng por inútiles y por inservibles.

El rendimiento de los fichajes no compete solo a Segura. Valverde ha asumido con dignidad las críticas pese a que los números le avalan. En su segunda temporada el Barça ha igualado, casi, la primera y, sin embargo, el descontento ha sido mayor. Eximido por la junta azulgrana y los jugadores de la catástrofe de Liverpool, no supo evitar el desplome del equipo aquella tarde ni 18 días después en Sevilla.