Ausente Cristiano y abstraído Bale, al Madrid solo le queda Benzema. El único delantero al que puede agarrarse para evitar sofocos que duren una semana, como el que estuvo a punto de llevarse ante el Huesca. El ariete francés redujo el rubor a 88 minutos. El todopoderoso y carismático Zidane no puede camuflar --mucho menos arreglar en dos semanas-- el desastre actual que es el tricampeón de Europa, avergonzado por el colista.

Tan mal está el Madrid que sufre para ganar al Huesca y tan mal le ven sus fieles que ni siquiera llenan medio Bernabéu. Cierto es que el rival era el último y que en la lista de convocados no estaban Varane, Kroos, Modric y Asensio, lo que insinuaba un once de segunda fila por más que se recitaran nombres como Benzema, Bale, Isco o Ramos. Ninguno más. Antes de que se cumplieran tres minutos. Igual que en el Camp Nou, el bravo rival aragonés se adelantó en el marcador. Allí lo hizo incluso más pronto, pero luego le cayó una tunda (8-2). Los Zidane quedaron disculpados. El gol del Huesca llegó por la blandura de Nacho junto a la banda frente a Ávila y la pachorra de Llorente, Ramos y Marcelo por no cerrar el centro del área donde Cucho remató a placer.

SIN ALTERARSE // El gol no cambiaba nada del futuro discurrir del partido. La luz orientada hacia Luca mantuvo en la sombra a Brahim, el joven futbolista fichado del City, y que ejerció de extremo izquierdo. Pequeño y bullicioso se vio engullido por las malas vibraciones que emite un equipo desangelado y desconexo.

Brahim se fue después del 2-1, a la hora de partido, después de que se viera por primera vez a Bale en una acción de mérito: en el centro a Benzema que este cedió a la llegada de Ceballos. Una acción muy parecida a la del empate, de Isco, que rebañó sobre la línea un rechace de Santamaría.

Goles facilones para el Madrid producto de la presión que ejerció, invitado por el Huesca, que aguantó hasta que Benzema se sacó una rosca imparable para dar el segundo triunfo seguido.