Manuel Collado, que lo de Manolín se le queda corto al entrenador de moda del fútbol sala español, está dispuesto a meter en un aprieto a su presidente y amigo, Ximo Sánchez. El Bisontes ha pasado de revelación a realidad en unos pocos pasos en Segunda, hasta el punto que su plaza momentánea de ascenso ya no es una sorpresa para nadie. El Bisontes ha reactivado la pasión por el fútbol sala en Castellón, una de las plazas con más solera de este deporte, y no por la vía fácil de la billetera, sino por la del trabajo, la fe y la pelea contra viento y marea, a pesar de quedarse incluso sin nombre (¿a quién le hace falta lo de Playas?) y de soportar hasta boicots en redes de a los que les entra la alergia por ver el escudo del Villarreal en la camiseta cuando no han pisado el Ciutat en el último lustro.

Si Ximo Sánchez debe ir al final de este temporada a la caza de ayudas en el hipotético caso de un ascenso, lo hará. ¡Será por esfuerzo! Cuando inició este proyecto en Tercera casi todos veían una quimera recuperar un sitio en la élite. Menos él. Y menos Manolín, claro.

El técnico es un tema aparte, un loco —en el buen sentido— del fútbol sala que lleva en los genes. 24 horas al día. Siete días a la semana. Solo así, pese a las limitación presupuestaria, ha formado un grupo humilde pero fuerte como una roca. Me consta que ya ha rechazado ofertas de élite procedentes de España e Italia. Para Manolín aún no es el momento. Ha devuelto la ilusión a la grada y ahora quiere hacer historia en este club. ¿Habrá quién le pare?