Como la leyenda del Cid, del que se dice que ganó batallas después de muerto amedrentando a sus enemigos con la sola intuición de su presencia, la figura de Bruno Soriano aparece hoy en el horizonte de Los Cármenes para dar un refuerzo moral —si es que hace falta después del pleno de victorias en el reinicio de la competición— a un Villarreal que no quiere levantar el pie del acelerador en este esprint por Europa en el que se ha convertido esta Liga exprés que no da respiro.

Todavía con el resuello del esfuerzo ante el Mallorca, sin apenas tiempo para paladear el dulce sabor de una sufrida victoria, el Submarino vuelve otra vez a la carga. Enfrente, el Granada, contra todo pronóstico, a estas alturas de torneo, con todas las opciones intactas de aspirar a estar presente la próxima campaña en competiciones continentales.

La sola presencia de Bruno en el avión que ayer trasladó a los de Calleja a la ciudad andaluza ya es un hito destacado de los últimos años. El capitán no participaba de un viaje con el equipo desde aquel corto desplazamiento a Mestalla, hace más de tres años, el 21 de mayo del 2017. Allí estuvo el de Artana para certificar otra presencia del Villarreal en la Europa League, objetivo que ahora puede volver a perseguir vestido de corto. De momento, está entre los 25 que velan armas desde ayer en la ciudad de los sultanes.

«El día del partido veremos cómo están los jugadores y terminaremos de perfilar la lista definitiva haciendo dos descartes. Por ahora, Bruno está ahí», decía Calleja sin dar pistas sobre si el capitán, de 36 años, estará en el banquillo esperando la oportunidad de volver a jugar en su última campaña de contrato o tendrá que conformarse, como en los larguísimos últimos 37 meses, con ver otro encuentro en la grada.

Sea como sea, el refuerzo moral de Bruno está ahí, sobre todo para compañeros como Cazorla, Mario o Trigueros, los que más tiempo han convivido al lado del centrocampista. Un subidón anímico. El físico también será importante tras las dificultades detectadas el pasado martes. Calleja deberá oxigenar el equipo con rotaciones, algunas obligadas por la ausencia de Pau en la defensa —el técnico no descarta ninguna opción, incluyendo a Chakla—. Por contra, el regreso de Iborra dará un plus físico ante un Granada que promete dar batalla.