"Son las 3:40 pm del lunes cuando llega una camilla al primer piso del Hospital Europeo Georges Pompidou. La camilla del paciente está encerrada en una cubierta azul marino que oscurece por completo su cuerpo y cara. Un importante dispositivo de seguridad de diez personas acompaña la camilla. Algunos de ellos usan pinganillos. El profesor Philippe Menasché encabeza la comitiva". Así comienza el rotativo Le Parisien, el ingreso de Michael Schumacher al Hospital Pompidou para recibir un innovador, experimental y carísimo tratamiento con células madre para intentar regenerar tejidos muertos en su cerebro y médula espinal.

Poco se ha sabido del estado de salud del expiloto alemán, con graves secuelas neuronales tras el accidente de esquí en los Alpes franceses el 29 de diciembre de 2013. Philippe Menasché, un destacado cirujano cardíaco de 69 años, es pionero en la terapia celular para tratar la insuficiencia cardíaca. También es miembro de la Junta de Directores del Instituto del Cerebro y la Médula Espinal, en el el hospital Pitié-Salpêtrière.

En el 2014, el profesor realizó un trasplante de células cardíacas embrionarias en un paciente con insuficiencia cardíaca. Una primicia mundial. Desde entonces, Philippe Menasché ha estado realizando nuevos experimentos hasta ahora solo con animales. Extrae células madre del paciente o de un donante muerto o vivo, y mediante un ambiente hormonal concreto, busca la especialización de esas células. Primero buscó esa especialización para tejidos cardiacos y ahora experimenta buscando neuronas para luego implantarlas en el hipocampo, la zona más inaccesible del cerebro, donde radican las neuronas más "antiguas". Es un tratamiento experimental, innovador, carísimo, casi ciencia ficción.

TERCERA VISITA

Es la tercera ocasión en la que Schumacher visita este hospital, las dos anteriores fue trasladado en helicóptero desde la mansión en Suiza. Esta vez lo hizo en una ambulancia con "matricula suiza de Ginebra", desvela Le Parisien. En un ámbito hospitalario tan grande será difícil que su esposa Corinne y su jefa de prensa Sabine Kehm puedan mantener el extraordinario blindaje informativo que han logrado montar alrededor del expiloto desde su accidente.

El hermetismo con el que Corinna ha llevado la recuperación de su marido deja pocas pistas sobre su estado, y más, después de trasladar a Michael a su mansión de 1.500 metros cuadrados en Vufflen-le-Château y acondicionar toda una ala de la mansión. Casi 20 personas entre médicos, enfermeros y recuperadores cuidan de él a diario, con un coste de 600.000 euros al mes. Felix Damm dirige desde Fráncfort una firma de abogados especializada en leyes de medios, derechos de autor y protección de datos en la que Corinna y Sabine han delegado los contratos de confidencialidad de todo el que se acerque a la mansión de Suiza, y de las no pocas denuncias por informaciones falsas.

Ni siquiera dejan acercarse ya a Willi Weber, el que fuera mánager de Michael. Solo Ross Brawn y Jean Todt acuden a visitarle. "Estuve con él en septiembre y vimos juntos el GP de Brasil", dijo Todt, presidente de la FIA, el año pasado. El arzobispo Georg Gänswein, de gran influencia sobre Corinna, es la tercera persona que le suele visitar. "Me senté delante de él, le toqué con las manos y le miré. Su cara es la de siempre, solo se ha vuelto un poco más rellena", dijo en el 2016. Se rumorea que ante las posibles filtraciones que pueda generar su tratamiento en el Hospital Pompidou, Corinna y Sabine podrían hacer público cuál es el estado real del Kaiser próximamente.