La vida a veces se detiene, y esta semana lo ha hecho en varias ocasiones. En un recuerdo de alguien que ya no está, en una sala de espera de hospital, en un diagnóstico que tenemos que vencer o mirando al cielo a ver si empieza o para de llover de una vez. Vivimos a golpe de calendario, sin detenernos en el aquí y el ahora, y es así como poco a poco nos desdibujamos, nos volvemos grises y automáticos.

El reloj marcaba las 17.45. Sábado 20 de octubre. Ni una nube. Después de la tempestad, llegaba el fútbol. No con calma, porque la tensión se vivía en la Cerámica. Entro en el estadio y mientras subo a la tribuna alta, el tapiz verde deslumbra mi visión, la música, la gente, los jugadores inquietos calentando con la presión normal de un partido de fútbol (o más si cabe por la situación). Minutos después, los futbolistas del Villarreal se reúnen en un círculo abrazados, recordando que son un equipo para lo bueno y para lo malo. Una foto simbólica pero que siempre me despierta admiración. Ellos ya la habían escenificado, de puertas para adentro días atrás, para hacerse un autodiagnóstico.

Y empieza el partido. Un encuentro para jugadores con personalidad. Todavía no se ha ganado en casa, la dura derrota ante el Espanyol, los titubeos en Europa y un rival duro de verdad como el Atlético. Observo abajo la figura de Calleja, ni más ni menos inquieto, como siempre. La procesión iría por dentro, pero siempre mantiene el tipo. Tanto cuando gana como cuando no le va bien.

En la tribuna, un aficionado silba al entrenador. Se suman más a la protesta. Cerca, una figura de negro rotundo que no para de moverse de un lado al otro. Claro es el Cholo Simeone. Puro nervio, fútbol a temperatura de ebullición, volcánico, exigente, competitivo… Griezmann, Saúl, Koke, Thomas, Oblak...El Atlético, esté bien o mal es un grupo con compromiso.

En el Villarreal habían cambiado poco las cosas, pero todo había cambiado. Once jugadores jugando a ser uno, a no perder el balón y otorgarle un sentido a tenerlo y, a diferencia de otros partidos, con más llegadas a portería. El fútbol son dos conceptos: defensa y ataque. En los dos, el engranaje era perfecto. Sí, porque el gol ya no es un concepto es una habilidad. Se creaban ocasiones, lo que significaba que se hacían bien las cosas. Otra cuestión era la precisión final.

El señor de la tribuna se había olvidado de Calleja y empezaba a vibrar con su equipo. La afición entusiasmada con cada nueva ocasión de gol. Y de momento, el silencio. Había marcado Filipe Luis. Las meigas volvían a aparecer por la Cerámica. Pero un equipo demuestra que es fuerte cuando no se viene abajo. No era fácil. La clasificación no era ni es buena, con una plantilla excelente, puede que de las mejores de su historia. La victoria parecía lejana otra vez. Momento para los nervios… y también para la gente con compromiso y personalidad. La esquina del fondo de animación se vino arriba. Y levantó con sus cánticos el ambiente. No había otro plebiscito mas que animar al Villarreal.

FORNALS, SANTI, MANU...

No sé puede correr tanto y tener tanta clase. Es casi imposible, excepto para un chico de Castellón llamado Pablo Fornals. Un día le dedicaré un Directo y contaré algunas cuestiones interesantes. Manu Trigueros empezó a subirse a la chepa de los Saúl, Koke, Thomas y compañía. ¿Y Santi? Cuando veo jugar a Cazorla… es diferente. Me sucede como con Asenjo, porque detrás de ellos hay una historia de superación. El Villarreal demostró madurez y no acusó la presión, que le pasó al Atlético, más nervioso al final.

El fútbol hace que la vida se detenga en el aquí y el ahora. En el minuto 65 pasó algo parecido con el gol de Mario. Esa es la esencia de ir al campo, 18.000 personas compartiendo emociones en el mismo lugar y a la misma hora, cada una con sus recuerdos, con sus visitas obligadas a las salas de espera y mirando al cielo esperanzados en que mañana ya no lloverá y será un día mejor.

El fútbol te da y te quita. De momento al Villarreal más de lo segundo. Pero al final todo se equilibra. No pude ver al hombre de la tribuna, pero si a otros muchos. El comentario era unánime y nadie se acordaba de Calleja: “Así pronto estaremos arriba”. El Villarreal le dio un baño al Atlético.

Ese es el camino. Calleja ha dado con la tecla. El Villarreal volvió a ser un equipo con mayúsculas. ¡Endavant!

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@josellizarraga