Javier Calleja parece tenerlo todo bajo control para afrontar la que será su primera experiencia como visitante en un banquillo de LaLiga. El preparador madrileño no tiene problemas de bajas de última hora, algo de agradecer cuando se viene de una semana de partidos de selecciones con siete de tus jugadores involucrados; además, ha tenido dos semanas para «reforzar los conceptos de juego» que quiere instaurar en su nueva etapa profesional y llega a la próxima cita en una dinámica positiva tras la victoria en la última jornada —el ilusionante 3-0 ante el Eibar—. Y, por supuesto, tiene las ideas muy claras de cómo puede hacer daño a un Girona, el rival de mañana, «complicado» y «valiente», pero del que cree tener localizados sus «puntos débiles» para que los amarillos rompan el gafe que arrastran con los recién ascendidos —derrotas ante el Levante y Getafe en este inicio de Liga— y regresen mañana del estadio de Montilivi con los tres puntos y con las ansiadas plazas de competición europea por fin a la vista.

Sin embargo, hay un aspecto del juego que el preparador amarillo no puede controlar en su totalidad y que no tan solo depende de la teoría que se explique durante la semana y su posterior práctica, sino más bien del grado de concentración de sus jugadores en un momento determinado. Para el Submarino, las jugadas a balón parado ensayadas por sus rivales en este inicio de temporada han sido como una especie de talón de Aquiles por donde se ha desangrado el conjunto groguet en los partidos con Fran Escribá al frente, una herida que, sin embargo, Javier Calleja ha podido taponar, de momento, en sus dos primeras experiencias en competición oficial, en las que el Villarreal ha conseguido dejar a cero su portería, tanto en Israel como en el Estadio de la Cerámica.

UNA ‘HERIDA’ DE CINCO PUNTOS / El Villarreal ha encajado el cincuenta por ciento de los goles, contabilizando tanto la Liga española como la Europa League, a balón parado, empezando por el estreno en la Liga en el Ciutat de València, donde la primera derrota se gestó con un penalti transformado por Morales en la recta final del encuentro. La defensa amarilla de la estrategia volvió a hacer aguas en Anoeta —la Real empezó a cimentar su clara victoria a la salida de un saque de esquina—, en el duro 3-0; dejó de nuevo una brecha en el estreno en la Europa League —nuevo tanto encajado a la salida de un córner—, error subsanado con el marcador final (3-1); y cavó la fosa de Escribá en el Coliseum de Getafe con dos goles recibidos a balón parado —el primero, tras un saque de esquina, y el 4-0, consecuencia de una falta lateral—. Destaca que la debilidad en la defensa de jugadas ensayadas haya sido mucho más patente a domicilio que en Vila-real, dato que debe servir de aviso para la cita de mañana. Hasta la llegada de Calleja al banquillo, solo el Betis, el Alavés y el Espanyol no aprovecharon sus estrategias para hacer daño a los groguets.

EL MÍSTER AVISA / «El balón parado es uno de los aspectos en los que tenemos que incidir y darle importancia; además, es uno de los puntos fuertes del Girona», avisa Calleja, que pide un extra de concentración a los suyos no tan solo en ese tipo de jugadas, que hasta ahora han sido letales para los intereses del Submarino, sino también en «las vigilancias a los jugadores que ellos suelen dejar descolgados» en las cercanías del área. A lo que no está dispuesto Calleja es a que las jugadas ensayadas del Girona puedan echar por tierra el planteamiento previsto en Montilivi, que no es otro que el de «dominar, llevar la iniciativa del juego y buscar la victoria»: «A veces dominas casi por completo y en la estrategia se te va el partido».