Lejos del tono de las últimas semanas, la rueda de prensa que Manu Calleja ofreció ayer, en la víspera de recibir esta noche (20.30 horas) al Torre Levante, trató de ser un chute de autoestima, dirigida a levantar el ánimo de sus jugadores después de las últimas tres derrotas consecutivas, que ponen en peligro las opciones de play-off del Castellón.

El técnico anunció que «Enrique llega a tiempo», que Guille Vázquez anda tocado de la rodilla y que Jesús López ya se ejercitó ayer (Abraham y Yagüe son las dos bajas confirmadas). Además, reivindicó a Marenyà como lateral derecho, precitando a Raúl Juliá y a Blay Andrés, del filial.

«Hay que ser optimistas, no llorones», dijo antes de cerrar filas con el vestuario. «¿Los impagos? Los jugadores son personas y viven en un entorno; y si este entorno no es favorable… Pero, a la hora de competir, esto no influye, ni nadie se acuerda de nada cuando salen a jugar», destacó.

Aun con la duda de si podrá sentarse por fin en el banquillo, sorprendió con otra afirmación: «He recibido cariño, más allá de los cuatro becerros que en las redes sociales me han amenazado de muerte; tengo pruebas».