La final entre los dos favoritos al título de la NCAA se la llevó Carolina del Norte (71-65). Los Bulldogs de Gonzaga, a pesar de llegar con el mejor balance, no pudieron vencer a la finalista del pasado año en un partido protagonizado más por el arbitraje (44 faltas personales) que por el juego desplegado.

Los Tar Heels de Carolina del Norte, universidad de la que procede el mítiico Michael Jordan, logran un año después quitarse la espina de la amarga derrota en la pasada final contra los Villanova Wildcats. Roy Williams, entrenador de los campeones, consigue su tercera corona.

NERVIOS E IMPRECISIÓN

Una final siempre impone y estos jugadores, jóvenes y con ganas de demostrar lo que saben hacer sobre el parquet, sintieron la presión del momento, estuvieron erráticos de cara al aro (33% y 35% de tiros de campo y especialmente fallones desde los tres puntos) y no brillaron todo lo que se esperaba.

Los Bulldogs de Gonzaga debutaban en la final y a pesar de pelear durante todo el partido y estar cerca en el marcador, no aprovecharon sus oportunidades. Llegaron con ventaja al descanso (32-35), pero no cerraron el partido. Karnowski, uno de sus mejores jugadores, fue anulado por la defensa de Carolina del Norte, que tenía muy claro el plan defensivo.

BERRY, MVP

El base Joel Berry II de los Tar Heels acaparó el juego ofensivo de su equipo y sumó 22 puntos, incluidos 4 triples de 13 intentos. Además, repartió el juego entre sus compañeros con 6 asistencias durante los 37 minutos que estuvo en pista. En defensa, fue el encargado de anular a Justin Jackson, el alero triplista que falló los nueve tiros de tres puntos que intentó.

"Este título tiene un valor muy especial para todos nosotros porque la derrota de la pasada temporada nos hizo ser mejores como equipo tanto mental como físicamente a la hora de competir", destacó el entrenador Williams.

LOS ÁRBITROS INDIGNARON A LEBRON

Durante el juego, entre la tensión de una final y los nervios de los jugadores, destacó el sonido del silbato. Los árbitros interrumpieron mucho el juego y esto no permitió un desarrollo natural del partido ni de las capacidades de las jóvenes promesas del baloncesto que no cogían ritmo con tanto parón.

Las constantes interrupciones provocaron las quejas de las estrellas de la NBA que estaban disfrutando del partido. LeBron James se mostró especialmente indignado en sus redes sociales. "¡No puedo seguir viendo esto! Me gustaría que fueran los chicos los que decidan quién gana el partido", tuiteó.

"Retiro lo dicho, veré el resto porque no les daré la espalda a los chicos, ¡pero esto es una locura!", tuiteó poco después.