El Castellón llegó al Rico Pérez convertido en víctima propiciatoria y, después, daba por malo el punto (1-1). Entre medias, 90 minutos convertidos en un auténtico carrusel de sensaciones. Del madrugador 1-0 al empate de Cubillas al filo del descanso. De la roja de Delgado y los dos postes del Hércules, a ver cómo la decoración cambiaba radicalmente con las dos expulsiones locales, que dieron paso a un final de partido en el que los albinegros perdonaron a su adversario.

Paradójicamente, el punto contentó muchísimo más al Hércules (de nuevo líder en solitario) que al Castellón, a pesar de que le alcanza para abandonar el farolillo rojo (lo cede, por el golaveraje general, nuevamente al Ebro). Pero es tal la necesidad, a cuatro puntos de la salvación, que lo que en otras circunstancias prácticamente lo hubiese celebrado con fuegos artificiales, ahora le deja con mal sabor de boca.

El Castellón, a pesar de los pesares, no se achicó en un José Rico Pérez imponente aun con alrededor de 9.000 espectadores. Pero fue sufrir el primer despiste y venirse abajo. Carlos Martínez se topó con Campos en el minuto 13, aunque acertó con el penalti clarísimo de Delgado sobre Candela en la siguiente acción.

Entonces, la confianza, el buen hacer, la seriedad del inicio del partido se tornaron en nervios y errores incomprensibles. Pesaba todo: el marcador, la situación... Pol Roigé pudo penalizar el hundimiento con el 2-0 (el palo le dijo que nones), pero un primer aviso de Máyor, frenado por Falcón, atisbaba que el Castellón, esta vez, no iba a rendirse. Así encontró el empate, en una acción que recordaba al 0-1 frente al Espanyol B, con Verdú botando una falta a la cabeza de Cubillas para, en el minuto 43, devolver la contienda a su estado original.

ROZANDO LA TRAGEDIA // Delgado remachó una tarde para olvidar con un derribo sobre Juli en el 48. El Castellón, con 10 y toda la segunda mitad por delante.

Guti recompuso al equipo. Castells (con amarilla), pasó a jugar de central, Máyor y Cubillas reforzaron el centro del campo y Kilian, para aprovechar su velocidad, en punta. El Hércules se vio ganador, máxime cuando, en cuarto de hora, fue coleccionando ocasiones: un larguero del propio Castells a la portería de Campos, una aparición estelar de este ante Candela y un tercer remate al poste, el tercero de la tarde, a cargo de Carlos Martínez.

Y lo que son las cosas. El Castellón se levantó, espoleado por conservar milagrosamente el 1-1... y porque Emaná, al entrar temerariamente al cancerbero albinegro y ver la roja directa, igualaba las fuerzas, 10 para 10, a veintipocos minutos del final. El delantero camerunés fue un visto y no visto: relevó al exalbinegro Juli en el 65 y apenas 180 segundos después se iba a la ducha.

Qué duda cabe que el guion cambiaba. Más aún cuando el castellonense Juanjo Nieto, otra de esas víctimas de David Cruz, en plena vorágine de protestas, se dejaba caer dentro del área simulando un penalti. De jugar en inferioridad numérica a, casi por arte de magia, tener más de un cuarto de hora largo para, como ocho años atrás, en una situación similar a aquella última campaña en Segunda A con el Hércules al frente de la tabla y el Castellón en las antípodas, voltear un 1-0.

Los albinegros aún tardaron un tanto en creérselo. Se frotaban los ojos, porque ni se hubieran imaginado, un instante antes, tener el partido de cara para ganarlo. Tuvo que salir Hicham para sacudir al equipo del pasmo.

UNA OCASIÓN TRAS OTRA // Los orelluts rondaron el gol una y otra vez. No resulta exagerado afirmar que gozó de más ocasiones en 20 minutos que en toda la era Guti. Kilian no llegó a un servicio de Verdú, el propio Hicham remató con enorme peligro en un par de oportunidades.

Miren como estaba la tarde, que el Hércules se contentaba con el empate. Planagumà quitó a Carlos Martínez. Los nueve futbolistas blanquiazules que permanecían sobre el terreno de juego trataban de parar el partido lo máximo posible simulando lesiones, percances... El colegiado fue sumando más minutos en el descuento, en el que Falcón en dos ocasiones (primero a Rubén García y luego a Theo) y Pol Bueso acudiendo al rescate de un balón que se colaba, retrasaron al menos una jornada más esa primera victoria que el Castellón tuvo más cerca que nunca justo cuando menos se lo esperaba.