El Castellón ganó ayer su primer partido oficial tras el cambio en la directiva. El estreno se produjo en Elche, y ante los más de 250 kilómetros que separan ambas localidades, los nuevos gestores decidieron que el equipo hiciera noche en un hotel ilicitano. Es algo lógico, y más teniendo en cuenta que el partido comenzaba a las 11.30, pero por desgracia en el club albinegro no estábamos acostumbrados estos últimos años a que imperara la lógica.

Es solo un detalle más que confirma el cambio de 180 grados que se ha producido en un verano en el que la ciudad de Castellón ha recuperado la ilusión por su CD Castellón. La ingente cantidad de abonados —ya más de 9.200—, confirma que había ganas de fútbol en la capital de la Plana. Y es que la categoría no tiene por qué evitar que la afición vuelva a disfrutar de su equipo.

Quienes estuvieron en Elche contaban que el Castellón no jugó bien, que lo más justo era un empate. Jugar bien es el camino más corto para ganar, cuantas más ocasiones tengas, más probabilidades de marcar, es una cuestión de matemáticas, pero no me volvería loco a estas alturas exigiendo espectáculo a un grupo de jugadores que están, ante todo, obligados a lograr victorias.

Y más importante incluso que los resultados que se consigan en el campo, para quien suscribe serán los firmados en los despachos. La pelota es caprichosa, y puede entrar, o no, pero la seriedad, solvencia y transparencia en la cúpula son innegociables.