De la explanada de Castalia al futbolín de Sedaví. El Castellón pasará de jugar en el que, con permiso del Martínez Valero (a donde se ha mudado el Elche B), es el mejor campo del grupo VI de Tercera, al más pequeño de todos. Mañana, a las dificultades inherentes de un partido normal, se suman las exiguas dimensiones del campo de fútbol 11 del Poliesportiu Municipal de Sedaví, que es dos metros más corto que el coliseo orellut, pero, sobre todo, es tres metros más reducido.

Parece que no, pero los jugadores notarán las estrecheces de un escenario que cuenta con una superficie reducida en 4.140 metros cuadrados respecto a Castalia. Hay pocos futbolistas que lo desconozcan, pero continúa sorprendiendo a los que juegan en él. El Castellón tiene un buen recuerdo de la pasada campaña, cuando cerró la temporada regular con una sufrida victoria (2-3), que le aseguró acceder a los play-off como tercero de grupo.

UN CLUB SINGULAR // El Recambios Colón es un club peculiar, no solo por su filosofía. Fundado en 2003, ha ido conquistado categoría tras categoría y ahora tiene a su alcance una tercera temporada consecutiva en Tercera (está ocho puntos por encima del descenso). Su principal hándicap es que no tiene campo propio, con lo que ha ido mudándose: ha jugado en el Mundial 82 de Catarroja, luego en Picassent, Albal, Beniparrell... Desde hace cuatro temporada es el inquilino del Municipal de Sedaví, que comparte con el Sedaví CF y con el Atlético Sedaví (fútbol femenino). Sin embargo, está próximo a hacer las maletas: no se siente cómodo allí, debido a sus reducidas dimensiones. De hecho, su entrenador, Marcos Camacho, así lo dejó caer el pasado domingo, después dar la campanada en Ontinyent (0-2).

Este Recambios Colón parece manejarse mejor fuera que en casa, pero que sigue siendo muy peligroso en su territorio, donde cualquier intento de apostar por un fútbol aseado queda sepultado por las contingencias por el escenario: transiciones raudas de una portería a otra, constantes interrupciones, mucho contacto y la sensación de que cualquier jugada pasa de inocua a venenosa a golpe de un patadón.