Un punto y gracias, muchas gracias, muchísimas gracias, contra el colista. De 100 partidos como el Castellón-Ebro de ayer, 99 los ganan los zaragozanos, pero los milagros existen, a veces sin ni siquiera ir a buscarlos. Porque el baño del Ebro (perdón por el chiste) fue auténtico, especialmente en la primera mitad, como esa gota fría que te pilla en mitad de la nada, sin poder guarecerte, sin tener a mano ni un trozo de plástico. Pero este es un deporte en el que, a veces, dos y dos no son cuatro, sino cinco o incluso 25. Los albinegros rescataron un punto en el estreno de David Gutiérrez, cuya mano, más allá de cambiar los banquillos (los locales ocupan ahora el más próximo a gol norte de Castalia), no se dejó notar.

Porque el primer partido del valenciano a los mandos del Castellón fue un desastre, sin paliativos ni excusas por parte del técnico debutante, salvado en parte por los paradones de Campos y un arranque de furia de Rafa Gálvez. Sin el gol del mediocentro cordobés, los orelluts, ahora mismo, serían colistas.

El bisturí de Guti apenas si rozó superficialmente al equipo en su estreno, que registró solo dos cambios en el once respecto al que le costó el puesto a Sergi Escobar ante el Espanyol B el pasado domingo: Eneko Satrústegui (sancionado en Sant Adrià de Besòs) por Carlos Delgado en el eje de la zaga y Theo por Caballero en la medular.

Sin embargo, el Castellón, lejos de evolucionar en su fútbol, involucionó en unos 45 minutos más que preocupantes. Fue sometido a un tremendo zarandeo por un adversario que venía cerrando la clasificación del grupo III y que solo había marcado un gol en cuatro jornadas.

PRIMER SOPAPO EN EL 1’ // Si alguien esperaba una reacción por parte de los jugadores, algo normal cuando se produce un cambio de entrenador, se quedó con la boca abierta después de ver la paupérrima puesta en escena de los orelluts. Porque, a 56 segundos, Campos ya tuvo que acudir al rescate con un paradón con mayúsculas, a disparo de Ferrone.

Los albinegros ni por esas se dieron por enterados. ¿Que qué faltó? Absolutamente de todo. Un par de minutos después, parte del estadio vio gol en la falta ejecutada por Ubay, que dio por fuera en el lateral de la red. Pese al trallazo de Cubillas y una falta lateral de Verdú que Salva se quitó de encima, el partido siguió siendo de cabo a rabo del Ebro, que ya no perdonó a la siguiente. Ferrone desbordó por la derecha y el centro, a las entrañas del área, era empujado a las mallas por Raúl González (min. 13), ese delantero por quien, en las últimas dos temporadas, tanto ha suspirado el Castellón.

MÁS SOMBRAS QUE LUCES / José Carlos, en una posición más centrada, el único que trataba de arrojar luz al oscuro juego de los locales, remató fuera por poco nada más sacar de centro. Puro espejismo. El Castellón era una calamidad. La defensa daba tantas facilidades, que al Ebro le caían oportunidades sin buscarlas, como otra del autor del 0-1, cuyo regalo le causó tanta sorpresa, que remató flojo y no pudo salvar la alargada figura de Campos. Era un despiste tras otro, como el que permitió a Javi Cabezas estrellar un balón en el poste.