El CD Castellón se llevó ayer un doble jarro de agua fría. Por supuesto, el que más destemplado dejó el cuerpo de los albinegros fue el directo, el recibido en El Collao, una cita que se presumía clave, ante un rival no directo sino directísimo, y al que de haber ganado ayer hubiera permitido al Castellón colocarse en puntuación de play-off de salvación. Además del insuficiente punto sumado por los de Óscar Cano, otro remojón para congelar los ánimos llegaba desde Sabadell, donde pocos pensaban que los locales podrían superar por la mínima a un serio aspirante al ascenso como es el Lleida. Entre unas cosas y otras, el Castellón vuelve a ser el último de la fila de este grupo III de Segunda B —solo el desaparecido Ontinyent aparece por debajo de los orelluts— después de un empate a última hora en Alcoi, insuficiente visto como está el panorama. Con el resto de marcadores de la jornada, la salvación se coloca a dos puntos. Una diferencia exigua para los que aún ven la botella medio llena. Demasiado grande si tenemos en cuenta que solo restan cinco partidos.

El de ayer, con todos los pesados miedos sobre el césped por ambas partes, era un encuentro predestinado al empate. Solo un error de apreciación de uno de los líneas de Collado López estuvo a punto de darle al Alcoyano un premio tan injusto como inmerecido, como también lo hubiera sido si la moneda hubiera caído del lado albinegro.

EL ‘REGALO’ DEL 1-0 / Los locales se encontraron pronto con un tanto que no debió haber subido al marcador de El Collao. No se había llegado al cuarto de hora cuando a los de Cano ya les tocaba remar contracorriente hasta el final. Una jugada de estrategia sorprendió a la zaga castellonense, desubicada cuando Nieto, a la segunda, metió un peligroso balón al área. Navarro remató con la testa con comodidad, ante la pasividad de Carlos Delgado, Satrústegui y César Díaz, que se había sumado a la defensa de la estrategia local. Eso sí, el defensa y capitán del conjunto alicantino se encontraba, aunque por escasos centímetros, en fuera de juego. El 1-0 no debió haber existido.

Antes del duro golpe, el Castellón era el que se había aproximado con algo más de criterio al área contraria, con especial protagonismo para un Óscar Fernández que fue el que tuvo las ideas más claras en el primer tiempo. El interior albinegro tuvo la más lúcida cinco minutos antes del tanto ilegal del Alcoyano. Un fallo en la salida de Bañuz acabó con el balón en los pies de Óscar, cuyo remate se encontró con la pierna de un rival en la misma raya de gol. El rechace fue mansamente a las manos del guardameta local para desbaratar totalmente la opción de gol orellut.

DOMINIO IMPRODUCTIVO / La mayor posesión del Castellón ofrecía a los de Cano un dominio ficticio. Todas las ideas ofensivas de los albinegros se diluían en las inmediaciones del área del Alcoyano, que hasta el descanso ya no pasó por ningún sobresalto digno de mención. El ritmo del Castellón no hacía pensar que se estaba jugando poco menos que la vida.

Por su parte, al Alcoyano le bastaba con parapetarse atrás para defender la injusta ventaja alcanzada. Incluso los locales estuvieron a punto de verse en una situación favorable sin apenas buscarlo. Braulio Nóbrega recordó sus mejores tiempos en Primera para fabricarse él solo una situación de gol que tan solo las manos de Álvaro Campos pudieron desbaratar. La batalla en solitario del punta local ante toda la defensa albinegra estuvo a punto de ganar la guerra.

La arenga de Óscar Cano en el vestuario pareció hacer efecto en el arranque de la segunda mitad. El Castellón puso una marcha más al ritmo diésel de los primeros 45 minutos y puso cerco a la portería de Bañuz en las primeras acciones del segundo acto, en las que los albinegros no encontraron rematador en un córner que se paseó por toda la extensión del área del Alcoyano. Parecía que los visitantes se sacudían un tanto la ansiedad, la presión y los nervios provocados por su delicada situación.

LAs ARRANCADAS DE ANABA / Pero al Alcoyano tampoco parecía molestarle demasiado que su rival tomara el mando de las operaciones. De vez en cuando la potencia física de Anaba le permitía, incluso, darse algún respiro y meter miedo a los orelluts. El centrocampista ghanés se destapó con dos arrancadas que pudieron hacer mucho daño. En la primera culminó su acción con un disparo alto; en la segunda, Anaba pidió penalti de Regalón, que se lanzó para rebañar el balón ya en el área. El defensa del Castellón tocó balón y jugador. Por suerte para los intereses albinegros, el árbitro no apreció nada punible en la acción.

Óscar Cano empezó a mover el banquillo en busca de ese revulsivo que pudiera sacar a su equipo del atolladero en el que se había metido. Julio Delgado fue la primera opción. La segunda fue la de Jairo, que volvía a una citación después de arrastrar en las últimas semanas problemas en el pubis. La idea del preparador albinegro era dar reforzar un ataque en el que Cubillas y César Díaz estaban pasando bastante desapercibidos. La apuesta por el asturiano fue clave en el desenlace final.

EL MAL MENOR / Tras algún que otro intento infructuoso —solo un disparo de Julio Delgado que se fue por encima del travesaño de Bañuz—, la cabeza de Jairo emergió en el área del Alcoyano para mandar a la red un servicio preciso de Muguruza desde la derecha. El gol del asturiano rescató un punto en el último momento que, por lo menos, sirve para mantener la fe en una permanencia que habrá que trabajar hasta el último segundo de Liga. La proxima cita será en Castalia ante el Ejea. Otra final de las cinco que habrá que librar en esta agónica temporada.