Pasó primera con nueve puntos de nueve, goleando además a Rusia, el anfitrión. La fuerza de Uruguay se llevó por delante a Portugal, el campeón de Europa, que está fuera del torneo como el campeón mundial Alemania. Tampoco sobreviven el Balón de Oro y el de Plata, que perecieron el mismo día, con apenas unas horas de diferencia. Cristiano Ronaldo dio menos señales de vida que Leo Messi en un equipo que también depende mucho de su eficacia rematadora.

Uruguay sí tuvo a Edinson Cavani, una furia de la naturaleza, que firmó los dos goles charrúas. Bellísimos ambos, espectaculares, que abrillantaron el triunfo de su equipo, que exprimió todo el talento que tuvo, que tampoco es mucho. Con Godín y Giménez barriendo atrás, y Suárez y Cavani apretando arriba, les bastó para echar a Portugal, que cuando debió asumir la iniciativa mostró sus costuras.

DE CABEZA Y HOMBRO // El ataque desesperado de los últimos diez minutos no arrancó ninguna taquicardia en Uruguay. Solo Cristiano podía desestabilizar a Giménez y Godín recordándoles sus duelos madrileños, pero el capitán luso se pasó el partido esperando balones para rematar. El gol lo metió Pepe, en un cabezazo de un córner, en el único error de la zaga sudamericana, encantada de vivir en su propia área.

También de cabeza había marcado Cavani, o eso pareció en un primer instante, para adelantar a Uruguay. Le dio con el hombro, y solo la repetición afeó una jugada de ocho toques que partió desde la zaga. Menos, apenas tres toques, generó la jugada del 2-1: un saque de Muslera, una presión de Suárez que crea dudas en la defensa y una pelota que cae a pies de Cavani para anotar un tiro parabólico.

LESIÓN CON RECAMBIOS // Tal vez sea el último que marque. El delantero se marchó lesionado y su participación en los cuartos frente a Francia, la de su compañero del PSG Mbappe, el otro triufnador del día, empieza a ser dudosa. No le faltan recambios a Óscar Tabárez: tiene a Cristian Stuani, el goleador del Girona, que le sustituyó, y tiene a Maxi Gómez, el del Celta.

El primer gol de Cavani decidió muy pronto que Portugal asumiría la iniciativa en un duelo entre equipos que prefieren jugar a verlas venir. Sobre todo, a Uruguay, que solo contempla las acciones que se producen en las áreas, la propia y la ajena; el centro del campo es una zona de tránsito breve y, generalmente, aéreo. Portugal se encontró en la tesitura de tener que mandar. Y mandó. Sin mucha severidad, por cierto, sin atosigar.

La mecánica de sus ataques fue repetitiva: por la izquierda era un centro lejano de Raphael, el lateral, porque Joao Mário no intentó ni una profundización ni se prestó a forzar un dos contra dos ante Cáceres y Nández. Por la derecha no hubo lateral porque los balones se entregaron todos a Bernardo Silva.

El imaginativo interior del City amplió su radio de acción tras el descanso. Portugal perdió el miedo a dominar y aceptó la invitación de Uruguay de compartir la mitad de la cancha. Antes y después del gol de Pepe. Si el once luso solo había ganado 3 de los últimos 14 encuentros mundialistas (a Corea del Norte, Ghana y Marruecos, hace unos días), parecía improbable que pudiera resquebrajar la inqurebrantable fe de Uruguay. La escuadra charrúa se medirá por un puesto en semifinales a Francia el próximo viernes (16.00 horas).