Santi Cazorla es un ídolo. Un referente del fútbol español e incluso mundial, por sus éxitos con la selección española y el Arsenal. Un jugador, además, con una historia de superación personal convertida, además, en ejemplo para muchos. Un futbolista carismático, con una sonrisa perenne dibujada en la cara incluso cuando el amor por un deporte y su entrega ha estado cerca de pasarle una elevada factura. Hasta el punto de que le llegaron a desahuciar a la hora de llevar una vida normal. De que incluso un médico le dijo que se diera con un canto en los dientes si podía volver a andar. Ni en esas ha perdido un ápice de su optimismo --ahí está su vuelta al fútbol por la puerta grande--, por lo que sus lágrimas tras el partido del Benito Villamarín, poco después de errar el penalti que hubiese supuesto el 2-2, que hubiese evitado que el Submarino regresara a la zona de ascenso, hayan conmovido no solo a la familia grogueta, sino al mundo del fútbol. Por encima de colores, rivalidades o afinidades.

Fuera del vestuario, apoyado en un rincón, consultando el móvil, sus compañeros van desfilando delante de él, tratando de consolar al asturiano. También Javi Calleja, quien en rueda de prensa le había trasladado todo el apoyo de la plantilla, cuerpo técnico...

¡VAYA SEMANITA! // Imposible no sentir nada después de la horrible semana del Submarino. Ocho días atrás, en el descanso de Balaídos, los amarillos, al amparo del 0-2, estaban virtualmente salvados. Entonces, contaban con siete puntos de ventaja respecto al descenso y el golaveraje ganado al Celta, que marcaba la fatal línea que separa la permanencia del descenso. Dos encuentros y medio después, tres crueles desenlaces (Celta, Barcelona y Betis) devuelven a los amarillos a la hoguera, aunque solo sea empatado a puntos con el Valladolid.

Las lágrimas de Cazorla eran las lágrimas del Villarreal, golpeado con dureza no una ni dos, sino hasta tres veces en un breve plazo de tiempo. De tener siete puntos a solo uno, lo que le condena a seguir sufriendo. Un penalti, un gol, la diferencia entre la sonrisa y el llanto.

Ayer por la mañana, horas después del fallo, con las pulsaciones a un ritmo reposado, pero todavía bajo los efectos del error desde los 11 metros, Cazorla, ya por entonces abrumado por esa descomunal oleada de muestras de cariño, publicaba, a través de las redes sociales, un mensaje alentador, a cuyo espíritu se aferra el Villarreal para revertir la situación, empezando por la (otra) trascendental visita del domingo a Montilivi, sin renunciar a nada en la apertura de la fratricida eliminatoria de cuartos de final de la Europa League (el jueves en La Cerámica) contra el Valencia. «El sentimiento de culpa que tengo no me lo quita nadie, pero me levantaré por mis compañeros y toda la familia del @VillarrealCF. Quedan siete finales y juntos es la única manera de conseguirlo #Endavant», escribió Cazorla.

COLORES APARTE // Rápidamente, la repercusión del mensaje multiplicó el apoyo al asturiano. No solo por parte de seguidores amarillos, sino de otras aficiones en las que ha dejado huella (Oviedo, Huelva, Málaga...). También de aficionados al fútbol en general, aparcando rivalidades, conmocionados por la difícil situación de un jugador que solo genera muestras de adhesión allá donde imparte su magisterio.

Otros grandes futbolistas también han reforzado a Cazorla, algunos de la talla de Xavi Hernández, Juan Mata, Sergio Canales, Willy Caballero, Adrián López...

El asturiano, con ese apoyo, volverá a levantarse. Y, junto a él, también el Submarino.