Pasaban cinco minutos de la hora: «Ya está, ya está». Solo se escuchaba eso. Eran las voces de Xisco Nadal, el delegado del Submarino; de Hernán Sanz, el director de Comunicación, y de la práctica totalidad del cuerpo técnico amarillo. Sonó el pitido final y se desató la locura.

Como si de un título de Champions se tratara, y con Javi Calleja al frente, todo el banquillo groguet estalló de alegría y sus miembros se liberaron. Y no solo ellos. Unos metros más hacia arriba, en el palco, sucedía lo mismo entre Fernando Roig, Roig Negueroles, José Manuel Llaneza y el resto de consejeros de la entidad.

No era el objetivo planificado en verano, pero era una prioridad permanecer en primera, por lo que los festejos sobre el césped del Estadio de La Cerámica van más allá de un simple triunfo.

Y los protagonistas del Submarino lo sabían. Desde el jugador mejor pagado hasta el último de los empleados. La Primera División es la galaxia del fútbol y el Villarreal no podía permitirse el lujo de otro descenso, como aquel fatídico de hace siete años.

Cumpleaños y las familias

Es por ello que tras el choque, el propio Fernando Roig se personó en el césped para felicitar uno a uno a los futbolistas y técnicos. Destacó el efusivo abrazo con Javi Calleja, que ayer cumplía 41 años y tuvo el mejor regalo en la permanencia. Sus familiares, amigos, compañeros de cuerpo técnico y futbolistas le cantaron «cumpleaños feliz».

No era para menos. La totalidad de la plantilla disfrutó en el verde del coliseo groguet de los primeros minutos de paz mental de toda la temporada, acompañados de los suyos. Una celebración liberadora.