La única vez que los Chiefs ganaron la Super Bowl ni siquiera se llamaba así, era el AFL-NFL World Championship Game. 50 años después de aquel partido contra los Vikings, los de Kansas City acarician este domingo en el Hard Rock Stadium de Miami el ansiado reencuentro con el trofeo Lombardi, pero para cumplir su cita con la historia deben superar a otra escuadra que también tiene motivación extra. Los 49ers, el equipo más triunfal de los años 80 y el más equilibrado en este momento en la NFL, busca su sexto título, uno que igualaría a los de San Francisco con el récord que ahora mantienen Patriots y Steelers.

Una victoria de los Chiefs, ligeramente favoritos en unas encuestas que parecen no poder decidirse entre su glorioso ataque y la no menos fenomenal defensa de los Niners, entre dos equipos extremadamente rápidos, sería la confirmación, si hiciera falta, del enorme talento de Patrick Mahomes, el 'quarterback' de 24 años que ya el año pasado, en su segundo año en Kansas, fue nombrado MVP de la liga. Excelso en pases profundos, se ha consolidado esta temporada como el segundo jugador más valioso de la NFL en ese terreno. Y su historia rompe moldes en esta era de extrema especialización.

De adolescente, en su instituto en Tejas, Mahomes jugó a baloncesto y a béisbol además de a fútbol americano, un deporte al que no se dedicó por completo hasta que llegó a la universidad. De hecho, decía que era un jugador de béisbol que juega a fútbol. Y eso lo hizo diferente, extraño para algunos ojeadores que dudaban de sus capacidades o su técnica, pero esas dudas las ha hecho añicos.

Hoy algunos creen que puede ser el MacGyver del fútbol. Y él mismo ha razonado lo que sacó de esa diversidad de formación. La competitividad que tienes que tener... La forma en que tienes que encontrar distintas maneras de ganar, en el deporte que sea, me moldeó para ser el quarterback que soy, ha dicho.

Un entrenador especial

La victoria de los Chiefs en esta Super Bowl de acento latino gracias al espectáculo de medio tiempo encargado a Shakira y Jennifer López (y a la apertura de Los tigres del norte) sería también la recompensa para Andy Reid. Big Red es uno de los mejores entrenadores de la NFL que no tiene título, aunque en sus 14 temporadas con los Eagles y las siete con los Chiefs ha hecho 15 viajes a los 'play off' y ya estuvo en una final en 2004 con los del Filadelfia (que ganaron los Patriots).

Reid, personalmente marcado por la tragedia de la pérdida de su hijo en 2012 por una sobredosis de heroina, parece volcado además en disipar con fútbol las sombras que rodean a varios de sus jugadores. En una liga cuestionada por la permisividad con la violencia doméstica, los Chiefs acumulan un historial brutal de fichajes con problemáticos historiales y desde 2017 al menos jugadores tres han tenido suspensiones por agresiones a mujeres o niños. Y el entrenador habla con orgullo ahora de una de sus estrellas que jugará este domingo, Tyreek Hill, que hace solo medio año estaba bajo investigación. Estoy orgulloso de verle crecer, está haciéndolo bien ahora como padre y como jugador, ha dicho.

Garoppolo y la primera mujer

En los 49ers, que aunque llegaron a la final de 2013 tienen que remontarse a 1994 para recordar su última victoria en la Super Bowl, la estrella en esta era de quarterbacks es Jimmy Garoppolo, que llegó a San Francisco hace poco más de dos años tras ganar dos títulos a la sombra de Tom Brady en los Patriots. No siempre es el mejor en pases, especialmente si se le compara con Mahomes, pero es un auténtico líder, estupendamente rodeado por George Kittle y Raheem Mostert en un cuadro ofensivo que se hace casi imposible de contener y que se completa con la brillante defensa liderada por Nick Bosa.

Con los de San Francisco, dirigidos por el gurú ofensivo Kyle Shanahan, que ha transformado un equipo con solo cuatro victorias en 2018 en finalista en la Super Bowl, llegará también por primera vez a una final una entrenadora, la asistente Katie Sowers, una de las tres mujeres que están abriendo camino en la NFL.

Pase lo que pase en Miami, ante esos cerca de 65.000 espectadores que han pagado por lo menos 4.000 dólares para verlo en directo y los millones que siguen convirtiendo este partido en el fenómeno televisivo anual en Estados Unidos, en la Super Bowl LIV se hará historia.