Astrólogos y augures, apostadores y especialistas: todos se equivocaron. Chile retuvo la Copa América al vencer otra vez porpenaltis a Argentina (4-2) y Leo Messi se fue de nuevo con las manos vacías y callosas. La maldición lo persigue como una sombra cada vez que viste la camiseta de su país. "Se terminó para mí la selección", anunció después del partido, acaso por efectos del desgarro emocional.

Leo erró además su disparo frente a un Claudio Bravo que debió observarlo con asombro: el balón se fue alto, demasiado alto, y mientras se alejaba iba llevándose los sueños argentinos. Messi volvió a llorar. Lo consolaron sus compañeros y los rivales, que minutos antes lo habían perseguido al borde de la saña. El dolor era elocuente. "Son cuatro finales las que me toca perder (la otra en 2007). Ya lo intenté mucho, pero es así. No se dio y, lamentablemente, me voy sin poder conseguirlo". No podía contener el dolor ni las lágrimas.

No hubo consuelo. ¿Quién podía ofrecérselo? "Las lágrimas del mejor de todos, el símbolo de lo que no pudo ser", tituló 'Clarín'. Se había preparado con todo para la vuelta olímpica y le tocó ser testigo impotente de un festejo ajeno. En la noche del Met Life Stadium, en la madrugada de una Buenos Aires lluviosa y fría, nadie encontraba las palabras que lo explicaran. Los insomnes buscaron razones sin suerte.

Quizá --se llegó a decir-- esa sea la letra pequeña de su contrato con el destino: en Barcelona ganará todo. Su nombre seguirá provocando admiración planetaria. Pero Argentina, en su desventura, lo humanizará: no se puede todo en la vida, ni siquiera en la de alguien como él. "La revancha le espera en el Mundial Rusia 2018, aunque ya con 30 años. Será, quizás, su última gran oportunidad. Necesita cambiar tantas lágrimas por una gran sonrisa", se apiadó de alguna manera 'La Nación'. Es la tercera vez consecutiva que se retira cabizbajo. 'Es para llorar', tituló el diario deportivo 'Olé'.

EN CHILE, UNA FIESTA

Del otro lado de la cordillera de Los Andes todo fue fiesta. 'La mejor generación de la historia le regala a Chile su segundo título', tituló 'La Tercera'. "Este partido quedará en la historia porque Messi elevó su disparo", añadió.

Fue una auténtica final, 120 minutos en los que ninguno de los equipos sacó mayor ventaja. Messi tuvo un muy buen desempeño en general. Los momentos de flaqueza no fueron de responsabilidad exclusiva. Como siempre, a Messi le falla el ecosistema. Peleó casi en soledad contra los chilenos, que lo esperaban escalonados y cuando se les escapaba recurrían a la falta.

La Pulga no dejó en ningún momento de complicar las cosas a 'la Roja'. A los 27 minutos obligó a Marcelo Díaz a irse del campo después de su segunda infracción consecutiva. La expulsión puso a Chile en desventaja numérica. Pero el conjunto que dirige Gerardo Martinono pudo aprovecharla. Pocos minutos después, Marcos Rojo golpeó de manera infantil a Arturo Vidal y el árbitro Heber Lopes lo obligó a irse también a los vestuarios.

Chile le hacía cierto daño a Argentina por izquierda cada vez queAlexis Sánchez aprovechaba los espacios y se conectaba con Jean Bousejour. La albiceleste carecía de agresividad si la pelota no estaba en los pies de su mejor arma. Ángel Di María jugó a media máquina como consecuencia de su lesión. Gonzalo Higuaín, de buen rendimiento durante el torneo, quedará en la memoria de los argentinos como el hombre que, al igual que en Brasil 2014 y la Copa América anterior, desperdició una situación de gol increíble. El delantero del Nápoli no tiene suerte o puntería en las finales. Como frente a Manuel Neuer hace dos años, definió mal. Le había robado el balón a Gary Medel. Enfiló solo hacia Bravo. Pero la pelota se fue a centímetros del palo derecho. Fue un mal augurio. Salvo un cabezazo del Kun Agüero, en la segunda etapa, que Bravo impidió que se introdujera en la portería, Argentina no tuvo variantes ofensivas.

OTRA VEZ POR PENALTIS

Los argentinos trataron de definir el encuentro para evitar el tiempo suplementario. Pero no hubo caso: media hora de prórroga y, después, los penaltises. El primero lo ejecutó el mejor jugador chileno,Arturo Vidal. Sergio Romero lo contuvo. En esos breves segundos, los argentinos sintieron que sí, la tercera es la vencida, y la euforia contagio a jugadores e hinchas.

Le tocó el turno a Leo y ocurrió lo impensable. Se fue como escondido dentro de su casaca hacia un costado donde sus compañeros trataron de consolarlo. Lo convirtieron luego Nicolás Castillo y Javier Mascherano (siempre espléndido y aguerrido en estas circunstancias), Aránguiz y Agüero. Biglia llegó a la zona de los penaltis como si cargara una cruz. En sus ojos se advertía la derrota anticipada. Las manos de Bravo, acaso el héroe de esta jornada, lo confirmaron.

"Es una lección para todos, para que sigan creyendo en su selección", dijo Bravo, que en los primeros partidos había sido criticado por la prensa de su país. Silva no perdonó.

Chile se encontró con la Copa de la misma manera que en Santiago hace un año. "Cambiamos la historia del fútbol de nuestro país", dijo Sánchez. En Buenos Aires comenzaron a asomar jueces que recuerdan el descalabro de la federación o piden la cabeza de Martino. "Argentina debió haber ganado este partido, en los 90 minutos o en la prórroga, y no pudimos. A partir de ahí los jugadores saben que el fútbol tiene este tipo de situaciones y deben seguir adelante, porque lo hacen con dignidad. La próxima vez, cuando se tengan que encontrar, van a venir y hacerlo y representar a la selección, porque tienen orgullo por vestir esta camiseta y van a renovar las ganas y la expectativa. Es difícil, es abrumador, pero tantas veces los deportistas se levantan... Ellos se van a levantar y lo volverán a hacer", valoro Tata Martino.

Los oportunistas recordaron la frase admonitoria de Diego Maradona: "si pierden no vuelvan". Igual que siempre, aquí te ganas el cielo o la infamia.