Abocados a otro doloroso adiós tras perder en casa el cuarto partido de las finales de la NBA, los Cleveland Cavaliers resucitaron en la cancha de los Golden State Warriors para llevarse el quinto encuentro de la serie por 112 a 97 y posponer el desenlace. La clave de la noche estuvo en el imparable tándem formado por LeBron James y Kirie Irving, que anotaron 41 puntos cada uno y destrozaron a la correosa defensa californiana, que echó en falta la ausencia de Draymond Green. Tras una temporada histórica, la fiesta de los Warriors tendrá que esperar. Con un parcial de tres a dos a su favor, el jueves viajan a Ohio. Fue allí, también en el sexto partido, donde el año pasado conquistaron su cuarto anillo.

Tyronn Lue se lo había dejado claro a sus jugadores. No se molesten en subir al avión si se pierde el encuentro y, por ende, el título. “Solo queríamos que atacaran, que fueran agresivos tal y como habíamos hablado”, contó más tarde el entrenador de los Cavs. Y desde el primer minuto la escuadra de Cleveland, que no ha ganado un solo título en sus 45 años de historia, salió a morder. Al descanso se llegó con empate, pero el hambre de LeBron y los suyos pudo más que la notable actuación de Klay Thompson (37 puntos) y los 25 de Stephen Curry. Tras una final demasiado irregular, James reivindicó porqué es para muchos el mejor jugador en activo del mundo.

Anotó 41 puntos, capturó 16 rebotes y dio siete asistencias. El pique que mantuvo con Grenn en el cuarto partido, y que le valió lasuspensión al ala-pívot de los Warriors por una falta violenta, parece que le sirvió de revulsivo. Al lado tuvo siempre a Irving, enormemente efectivo con 17 de 24 canastas. Entre uno y otro hicieron historia. Es la primera vez que dos jugadores de un mismo equipo anotan más de 40 puntos en una final de la NBA.

Nunca antes un equipo ha acabado perdiendo una final tras lograr un parcial de tres a uno, como logró Golden State antes de caer anoche ante su público, que lo había preparado todo para celebrar el segundo anillo consecutivo. La fiesta tendrá que esperar. La escuadra de Curry y Anglada tiene el factor campo a su favor. Si se llega al séptimo partido, jugarán en casa, donde solo han perdido cuatro encuentros de los últimos 54.