El Atlético de Madrid vestirá de rojiblanco al actual mediocentro titular del Villarreal, Rodrigo Hernández, la pieza más retrasada del rombo de Calleja, a partir del 1 de julio del 2018, la fecha en la que está previsto que se haga oficial el traspaso del internacional sub-21 a cambio de un fijo de 20 millones de euros, más otros cinco kilos en caso de cumplirse diferentes variables pactadas entre los clubs.

Aunque ni Villarreal ni Atlético han querido, de momento, reconocer abiertamente una operación cerrada —Fernando Roig se limitó, hace unas semanas, a señalar que «pasará lo que tenga que pasar» dentro de un mercado futbolístico «cambiante»—, las manifestaciones procedentes de ambas entidades apenas pueden disimular lo que es un hecho. El consejero delegado del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Gil Marín, sí ha manifestado que es «voluntad» del Atlético que Rodri sea jugador del club colchonero, pero «nunca antes del 1 de julio». Con esta actitud, el directivo del Atlético quiere diferenciar su actuación en el caso del jugador del Submarino —con contrato hasta el 2022— con la del Barça en su intento de contratar a Antoine Griezmann y por la que el club madrileño ya ha denunciado ante la FIFA al azulgrana por negociar con el delantero francés a espaldas del Atlético.

LARGAS NEGOCIACIONES / Gil Marín defiende el escrupuloso fair play con en que el Atlético ha actuado a la hora de recuperar al joven jugador que salió de su propia cantera con dirección a Vila-real en el 2013. «Llevamos tres o cuatro meses hablando con ellos [el Villarreal]», señaló Gil Marín a Onda Cero, destacando la transparencia de las gestiones con la entidad que preside Roig.