El Castellón huele a otra cosa. Óscar Cano le está comenzando a dar la razón a quienes le ficharon. En apenas cinco semanas, el nuevo entrenador le ha cambiado la cara al equipo, le ha dotado de argumentos futbolísticos y, lo más importante, ha conseguido recuperar la moral y la autoestima de una plantilla sin fe que navegaba a la deriva.

Ayer, el conjunto de la capital de la Plana demostró que, como dijo su técnico a su llegada, esta plantilla tiene más nivel del mostrado hasta la fecha y que, además, en Segunda B se puede ganar jugando a fútbol, como los orelluts plasmaron sobre Castalia para doblegar sin paliativos y con buen juego al Ontinyent (2-0).

Sorprendieron muchas cosas en la puesta en escena del equipo. Descifrarlo numéricamente era complicado, dada la libertad de movimientos que Cano otorga a sus hombres, pero el esquema inicial se acercaba mucho a un atípico 3-1-5-1 (a veces 3-4-2-1 ó 5-4-1), aunque en varias fases pasó a defensa de cuatro.

Marc Castells se cayó del equipo que jugó en casa del Atlético Baleares en el eje de la zaga, entrando en su lugar Carlos Delgado, a quien secundaron como centrales Regalón y Satrústegui.

Por delante de ellos, Rafa Gálvez ejerció de hombre ancla en la medular, de iniciador de juego y a su vez de cabeza pensante, ya que parecía la prolongación del técnico en el campo.

Cinco futbolistas poblaban una supuesta penúltima línea, con Muguruza y el recién llegado César Díaz en los carriles, y con tres artistas del balón, o mediapuntas, como el canterano Pablo Roig, Caballero y Rubén Ramos, sin duda, el jugador con más talento y visión de este nuevo Castellón.

Y delante, solo ante el peligro, el Cid Cubillas, que se está consolidando como el ‘9’ titular.

Cano tenía muy estudiado al Ontinyent, sabía que se iba a parapetar en Castalia ante su portería con una línea de cinco atrás y otra de cuatro centrocampistas, pero lo que el combinado orellut le pagó con una medicina poco habitual en la categoría: toque, movilidad e imaginación.

Todos en el Castellón sabían de qué jugaban, pero nadie en el rival lo adivinaba. Y ello quedó reflejado en gran parte del primer acto, en el que el único color reinante fue el albinegro.

Y POR FIN ALGO DE CARA / Los locales tocaban y se movían, se movían y tocaban, y los valencianos solo podían mirar. Partiendo la salida de balón desde los centrales, la fórmula mixta de Cano combina incursiones por el eje central, en especial con Ramos y Roig como generadores ofensivos, y por las bandas los puñales César Díaz y Muguruza.

El dominio era local y, por fin, 21 jornadas después, al Castellón le salió cara. Y muy pronto. En el minuto 8, en el primer córner a favor. Servicio de Ramos, testarazo de Rafa Gálvez y para adentro. Gol. Sí, sí: gol. Los orelluts comenzaban un partido con suerte, una suerte que habían buscado.

Y ahí no quedó la cosa, en la inercia del 1-0 inicial, Cubillas desperdició un mano a mano.

Una acción cuyo rechace sacó el meta Craviotto y que Pablo Roig pudo remachar a la red, pero su tiro salió cerca del poste. Fue, sin duda, el mejor primer cuarto de hora de la temporada.

Contrario a lo que era de esperar, con el tanto en contra, el Ontinyent se replegó y se juntó más, sin dejar espacios a un Castellón que hasta el descanso dominó el esférico, y lo probó por bandas con Díaz y Muguruza muy activos, aunque sin más ocasiones.

MISMA PERSONALIDAD / El segundo acto tuvo un guión similar y el conjunto albinegro mantuvo una personalidad inédita esta campaña. Sin duda, hay que reconocerle el mérito a Óscar Cano, quien ha recuperado la confianza y la autoestima del grupo, con la ayuda, evidentemente, del aire fresco que aportan los nuevos fichajes o el canterano Pablo Roig.

De hecho, el equipo mantuvo el balón, no se precipitó en la elaboración y se dedicó a ir ganando terreno y profundidad a base de jugar por ambas bandas.

EL GUANTE DE RAMOS / Especialmente inspirado estuvo Rubén Ramos, con mucha libertad de movimientos. En el minuto 51 una acción definió al Castellón de ayer: balón jugado desde atrás, que llega al extremo izquierdo y termina con centro que remató Muguruza, en el extremo opuesto, y paradón de Craviotto.

Fue el preludio del segundo tanto, que llegó en el minuto 53, tras otra buena jugada combinativa que Ramos, con su guante, centró desde la derecha para que César Díaz, el dueño de la parcela izquierda ayer, rematara de cabeza al segundo palo. ¡Golazo!

Un tanto que dio tranquilidad y permitió al Castellón, por primera vez en la presente temporada, lucirse... divertirse. Incluso Cano sacó a pasear la pizarra con varias jugadas de estrategia inéditas hasta su llegada.

Rubén Ramos ponía la mente y César Díaz la ejecución, el Rooney de la Mancha casi sale a hombros de Castalia si llega a meter el córner olímpico que intentó en el minuto 66, seguido de un latigazo que buscó la escuadra que se perdió por poco.

OVACIÓN A PABLO ROIG / La afición disfrutaba, y huérfana de ídolos rindió una sonora ovación al canterano Pablo Roig, que no desafinó para nada en la actuación albinegra de ayer. Es más, dio muestras de que hay pelotero a la vista. Theo entró por el jugador del filial y la grada demostró su descontento con el gaditano.

El míster dio su oportunidad a Cárcaba en Castalia en la recta final del choque para aportar su frescura y verticalidad, y con la entrada de Óscar Fernández se llegó al final de un partido en el que, por fin, Castalia se divirtió.

El Castellón demostró ayer que, como dijo su propietario, José Miguel Garrido, hay motivos — y mimbres— para tener fe en la remontada de este equipo.